Dos jugadores fundamentales en las alineaciones de la Real ya no saldrán en la foto esta temporada. Son bajas muy importantes. Sin embargo, el club ha incorporado a la plantilla cinco nuevos valores para reforzar el equipo.
Cerrado el mercado de verano, este es el primer balance de altas y bajas para la temporada 2024-25. Económicamente, el saldo es positivo. Vamos a ver si deportivamente también.
Para entender el fútbol, no bastan los límites del terreno de juego y sus normas. La rivalidad es un componente esencial, que contribuye a generar una saludable dinámica deportiva, aunque a menudo se vea mezclada con otras de tipo político, nacional o regional.
La que mantienen la Real Sociedad y el Espanyol es una rivalidad sana, una de las más antiguas de LaLiga, ya que se han enfrentado hasta en 161 ocasiones. El balance es favorable al equipo txuriurdin con 64 victorias, por 53 de los pericos y 44 empates.
Todo un once de lujo ha vestido la camiseta de ambos equipos. Mariano Yurrita fue el primero, hace un siglo, y le siguieron Amiano, Urruti, Zubillaga, Mentxaka, Biurrun, Tayfun, Moha, Tamudo, Esteban Granero y Diego Reyes.
Se da la circunstancia, además, de que los colores compartidos provocaron que 24 jugadores de ambos equipos jugaran, en 1952 y 2000, con el escudo del equipo contrario en la camiseta, como vimos en Txuriurdinak vs. blanquiazules.
El Espanyol es hoy el séptimo mejor equipo de la historia de LaLiga, con 2.998 puntos acumulados, y la Real el octavo, con 2.983, aunque en diez temporadas menos. Por lo que iniciamos la 2024-25 con tan solo 15 puntos de diferencia en la clasificación histórica de LaLiga en la máxima categoría, desde que dio comienzo el 10 de octubre de 1929.
Mientras la Real Sociedad se ha consolidado en la parte alta de la tabla, el Espanyol ha ido perdiendo puntos en los últimos años. De los 269 en que aventajaba a la Real en julio de 2011, el equipo txuriurdin le ha recortado 254, poniendo al alcance el ‘sorpasso’ esta temporada.
Así pues, entre los objetivos para este año, el Espanyol debe ser uno de ellos y, tras la victoria en Cornellà, está a solo 13 puntos.
Quienes queremos a la Real Sociedad estamos preocupados por la falta de gol del equipo, que nos está haciendo perder opciones de repetir competición europea la próxima temporada.
Hablando de los orígenes del fútbol, Joseph Blatter, entonces presidente de la FIFA, llevó de Inglaterra a China la cuna de este deporte, reconociendo que ya se practicaba hace más de 2.300 años en Linzi, en la ciudad de Zibo, antigua capital del reino Qi. Pero, puestos a remontarnos, podríamos irnos hasta el origen de los tiempos.
En los últimos momentos de su vida, con Adán ya fallecido, Eva recordaba cómo fueron expulsados del paraíso, asegurando, con tristeza y un punto de emoción, que las razones de aquella expulsión no son las que, atravesando los siglos, se han propagado.
Así evocaba Eva el día en que las cosas se torcieron definitivamente. El Edén estaba bonito, rebosante de frutos y flores y peces de colores en las aguas. En la tarde de aquel día, que tal vez era lunes, vi que las manzanas del árbol central del Edén estaban con el semblante muy rojo; sólo con sacudir el árbol se desplomaban. Eso hice: sacudí el árbol y llovieron manzanas, muchas manzanas. No teníamos hambre como para comer tantas y nos pusimos a jugar con ellas. Cogí una y se la arrojé a Adán, que estaba bostezando a una cierta distancia. Él intentó devolvérmela con el pie derecho. No pudo, apenas la rozó con el tobillo. Le arrojé una segunda manzana y esta vez lo hizo peor, le pegó con la canilla. Me reí a carcajadas; esto despertó el amor propio de Adán. Me pidió otra oportunidad: voy a probar con la pierna del lado del corazón, me dijo. Allá va, le dije yo, y mi Adán, así como venía, la empalmó y salió por encima de un arco iris. La manzana llegó hasta la misma nube en la que don Dios estaba haciendo la siesta y le dio de pleno en un ojo.
Don Dios rugió de tal manera que descuajeringó nubes, trizó montañas y erizó mares; hizo de los aires vientos y de los vientos huracanes. Nosotros, Adán y yo, ante esto, no pedimos perdón, porque no había por qué.
–Adán –le dije–, rápido, marchémonos de aquí, vayámonos a la Tierra, busquemos un lugar donde podamos sufrir de vez en cuando y no seamos felices todo el tiempo. –¿Un lugar donde podamos ilusionarnos con que tenemos albedrío? –Sí, un lugar donde el miedo lo podamos sentir juntos. –¿Y habrá manzanas tan redondas en ese lugar, Eva? –Habrá, Adán, si regamos cada día el árbol que nos da el fruto.
Así fue, tal cual, lo que sucedió allá lejos. La manzana que entró en el ángulo superior derecho de un ojo de don Dios, fue la razón desencadenante de nuestro exilio por los siglos de los siglos. Qué sabía yo, que al proponer aquel juego al aburrido Adán, al incitarlo con esa manzana que empalmó con tan soberbia izquierda, iba en ese instante a nacer algo que ni Dios sabía entonces que iba a llamarse fútbol. Porque de fútbol somos, iba a valer la pena el exilio. Iba a valer la alegría. ¡Coño!, que no hubo pecado original, que no.
Así lo ha contado Rodolfo Braceli, periodista y poeta argentino, en Perfume de gol.
Nunca la Real debe dejar de ser el mejor equipo de fútbol del mundo. Aunque nadie lo sepa. Aunque nadie lo note (Elías Querejeta, El espíritu de Atocha)
En la presentación de este blog, recordaba que en 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de “las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”. Ochenta años después, la Real seguía dando pruebas de que se puede amar el fútbol y los colores de un equipo sin descuidar el alma.
En junio de 1939 se jugaba en Atotxa uno de los primeros partidos de la posguerra civil. La Real Sociedad, todavía oficialmente Donostia Foot-ball Club, se enfrentaba al, entonces, Atlético Aviación, hoy Atlético de Madrid. Antes de comenzar el partido, como se ve en la fotografía que abre esta entrada, los jugadores, brazo en alto, hacen el saludo fascista mientras cantan el Cara al Sol.
El profesor de historia Cristóbal Villalobos Salas, en Fútbol y fascismo (Altamarea, 2020), ha escudriñado la estrecha relación que los regímenes totalitarios han tenido con el fútbol. Como en la Italia fascista y la Alemania nazi, el franquismo también lo utilizó como herramienta propagandística y de adoctrinamiento. Para los franquistas, el balompié había sido durante la República una “orgía roja de las más pequeñas pasiones regionales”.
Unos meses antes de aquel partido, el 21 de diciembre de 1938, salía a la calle, en Donosti, el periódico deportivo Marca, que pertenecía a la nueva Prensa del Movimiento de San Sebastián. Manuel Fernández-Cuesta era su fundador y director. Su primer número incluía una entrevista con el general José Moscardó Ituarte, máximo representante del deporte español en aquellos momentos, recién nombrado presidente del Comité Olímpico Español y del Consejo Nacional de Deportes, una institución creada para promover una juventud sana siguiendo los modelos fascistas
En ella, el general hacía su declaración de intenciones, hablando de llevar a las Federaciones un espíritu de devoción al servicio del Estado, del funcionamiento por sistema vertical, del nombramiento de aquellos que se estimen más eficaces para el alto interés patrio, del fin de las asambleas, las discusiones y las votaciones, de la necesidad de mejorar la “raza”… y de comenzar haciéndolo de la mejor manera posible, con el saludo fascista y cantando el Cara el Sol, que había convertido en obligatorios en los campos de juego.
Sesenta años después, un fascista de Bastión 1903, facción del Frente Atlético, del Atlético de Madrid, mataba a Aitor Zabaleta, que había viajado a Madrid con la Peña Izar para animar a la Real en el partido de vuelta de la Copa de la UEFA. La tragedia empezó, como entonces, cantando el Cara al Sol, y terminó de la peor manera posible, con una puñalada en el corazón de Aitor y de todos los realistas. Era un 8 de diciembre de 1998.
El calendario tenía previsto un nuevo desplazamiento a Madrid cinco días después para disputar el partido de la jornada 14 de Liga contra el Real Madrid. Los jugadores de la Real saltaron al Santiago Bernabéu con el nombre de Aitor Zabaleta en las camisetas de todos los jugadores, gesto que se ha hecho tradición. Este año, además, ha entrado en la convocatoria para el partido contra el Betis.
Se han cumplido veinticinco años de aquel desgraciado día y vamos a homenajear, con más ganas si cabe, a Aitor Zabaleta. Sin fascistas en la grada, ni del Betis, ni del Atlético de Madrid. Con respeto y en paz. Pero sin ceder un ápice de tolerancia a quienes pretenden resucitar(nos) aquel tiempo.
Nota: los protagonistas de la foto de portada son, de izquierda a derecha: por el Atlético Aviación: Aparicio, Mesa, Santi, Blanco, Vázquez, Campos, Bracero, Machín, Germán, Sañudo y Guillermo; y por la Real Sociedad: Bienzobas, Epi, F. Berridi, I. Izaguirre, Daguerresar, Zaldua, González, Marculeta, L. Berridi, Querejeta y Unzueta. En el centro, el árbitro: Jáuregui. Y, como se ve en el ángulo superior derecho, el resultado fue 2-0.
Xabi Prieto y el Loco Abreu compartieron posiciones de ataque en la Real Sociedad, como se ve en la fotografía, con los colores verde y amarillo del San Sebastian Recreation Club de 1904, embrión de la Real Sociedad.
El principio de polaridad del Kybalión establece que todo tiene dos polos, su par de opuestos, que no son en realidad sino los extremos de una misma cosa. En este caso de la manera de entender el fútbol. Xabi Prieto y el Loco Abreu representan dos formas opuestas, hasta el extremo, de entenderlo y de vivirlo.
Cuando Xabi Prieto (Donostia, 1983) era un niño, no soñaba con ser futbolista, sino con jugar en la Real, como ha repetido en varias ocasiones. Este propósito es clave para entender su trayectoria, su fidelidad a un club, a un escudo, a unos colores; su manera, en definitiva, de vivir el fútbol.
Oportunidades para cambiar de aires no le faltaron: Liverpool, Valencia, Ajax, Olympique de Marsella y Athletic en “dos o tres” ocasiones, tocaron a su puerta, pero Xabi Prieto tenía claro que el momento de salir, de despedirse de su equipo, de su estadio, de su afición, llegaría cuando decidiera colgar las botas para irse a su casa.
Y así, fue. Cuando, después de 17 años en el equipo de su vida, con el que jugó 532 partidos y metió 74 goles, decidió llegado el momento de decir adiós, y hacerlo como un One Club Man.
Washington Sebastián ‘Loco’ Abreu (Minas, Uruguay, 1976) es el polo opuesto. Para el Loco Abreu lo importante no era el club, sino el fútbol. Su espíritu nómada, lo convirtió en un trotamundos, un peregrino del fútbol, que no consiguió echar raíces en ninguna parte.
Lillo lo trajo a la Real en enero de 2009, en el mercado de invierno, y el Loco respondió a su confianza con 11 goles en 18 partidos; pero al finalizar la temporada se fue, porque el entrenador no renovó. “Es mi forma de ser. Si se iba él, me iba yo”.
Así vivía el fútbol el Loco Abreu, volando de flor en flor. Decía que “el futbolista muere dos veces, una cuando se retira y deja para toda la vida algo que ama, y otra, cuando Dios toma la decisión de llevarlo”. La primera le llegó con 26 años de profesión, después de haber jugado en 32 equipos diferentes de 11 países, habiendo metido 404 goles en 787 partidos.
Xabi Prieto recibió la Insignia de Oro y Brillantes de la Real Sociedad y el Loco Abreu tiene el récord Guinness de ser el futbolista que ha jugado en más clubes de forma profesional. Dos maneras distintas, opuestas hasta el extremo, de entender el fútbol, que se tocaron para dar lo mejor de sí a la Real Sociedad.
En 1914 soplaban vientos de guerra. Tan es así que en verano estalló la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial. Unos meses antes había estallado la guerra en el fútbol guipuzcoano y la Real tuvo que dedicarse a jugar partidos amistosos.