Una Real de cine

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Nunca la Real debe dejar de ser el mejor equipo de fútbol del mundo. Aunque nadie lo sepa.
Aunque nadie lo note (Elías Querejeta, El espíritu de Atocha)

En la presentación de este blog, recordaba que en 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de “las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”. Ochenta años después, la Real seguía dando pruebas de que se puede amar el fútbol y los colores de un equipo sin descuidar el alma.

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Un once para la historia

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Lartaun de Azumendi ha publicado un hilo en X, compartiendo el resultado del reto que se planteó para tratar de conocer cuál era el número mínimo de futbolistas que pudieran explicar la historia del Athletic, temporada a temporada, sin dejar una sola campaña sin cubrir, incluidos los años de la Guerra Civil (1936-1939). En un principio le salieron 12, número que ha reducido a 10.

Me pareció una tarea sugerente y, después de actualizar la base de datos de los jugadores de la Real Sociedad, he hecho el mismo ejercicio con los 805 futbolistas que han vestido la camiseta txuriurdin. Me sale un once para la historia del club que la explica desde que empezó a competir en 1908/09 hasta hoy, 2023/2024, temporada a temporada, sin dejar una sola campaña por cubrir.

Como en un juego de relevos, solo estos once jugadores le dan al equipo la continuidad necesaria para cubrir, pasándose el testigo unos a otros, los 115 años de historia de la Real Sociedad.

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Los once son guipuzcoanos: siete de Donosti y cuatro de Pasaia, Mutriku, Irun y Eibar. Y de los once, seis han desarrollado toda su carrera en la Real Sociedad, lo que se ha dado en llamar ‘one club man’.

Nota: El equipo que abre esta entrada, está formado por Eizaguirre, Suárez, Marculeta, Barinaga, Caeiro, Murillo, Basabe, Epi, Igoa, Ontoria y Artigas.

Cuando a los donostiarras nos fumaron un subcampeonato

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“¿Me lo han contado como asistencia esta vez? Porque la semana pasada me fumaron una…”. Preguntaba Kubo al micro de @l_Molina en DAZN. Y, a su manera, tenía razón el bueno de Take. Cuando los méritos deportivos no son reconocidos, se esfuman. Esto le ocurrió al San Sebastián Recreation Club, precedente de la Real Sociedad, en el Campeonato de España, conocido posteriormente como Copa del Rey, en 1905.

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Tú a la Real y yo a Osasuna

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“Cuando hay navarros, a la Real le va bien”, ha dicho Diego Carasusán, presidente de la Peña Real Sociedad de Tudela, comentando la marcha del equipo. Impresión que el Diario de Navarra había expresado antes de manera similar: “Más navarros, mejor Real Sociedad”.

Con Mikel Merino, Álex Remiro y Jon Pacheco en el campo y la reciente aportación de Nacho Monreal y el ansoaindarra Gaizka Ayesa, portero suplente de la final de Copa, no creo que haya ningún realzale que lo ponga en duda. Pero este maridaje no es de hoy, porque, como vamos a ver, se remonta hasta los años veinte del siglo pasado.

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Base de Datos de los jugadores de la Real Sociedad

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Buscando información de jugadores de la Real Sociedad en las bases de datos publicadas, me he encontrado con espacios en blanco, ausencias, discordancias… incluso errores.

He actualizado y depurado la información de los más de 800 jugadores que desde 1909 hasta hoy han contribuido, en mayor o menor medida, a forjar la historia de la Real Sociedad.

Partiendo de los datos que aporta el propio club, he recurrido a fuentes como Atotxa.org, BDFutbol, Transfermarket, BeSoccer, FootballDatabase, Worldfootball y otras; blogs particulares, RFEF, UEFA, páginas de otros equipos y prensa deportiva; obras como Txuri Urdin. Historia de la Real Sociedad de Fútbol, de José María Echániz y José María Ferrer; Historia del Fútbol Vasco. Real Sociedad, de Joseba Iturria; e Historia en blanco y azul. Real Sociedad, de Tito Irazusta; y hasta al Archivo Diocesano para extraer datos de las partidas de nacimiento.

El resultado es BDRealSociedad, base en la que se consignan los datos personales completos, en el 92%, de los 805 jugadores: nombre, apellidos, apodo o nombre deportivo, posición en el campo, lugar y fecha de nacimiento; y deportivos completos: equipo de procedencia, temporadas en el club, principio y final, partidos oficiales vistiendo la camiseta del equipo, goles marcados y coeficiente goleador de los delanteros.

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Primera victoria europea

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Real Sociedad, 2 – Inter, 0

El 3 de octubre de 1979, Atotxa vivió una de sus noches mágicas. Emoción, buen juego, intensidad… y dos goles que dieron la victoria a la Real, en un partido épico contra el Inter.

Más de dieciocho mil aficionados llenaron Atotxa, dispuestos a animar al equipo en su intento de dar la vuelta al marcador adverso que se traía del partido de ida disputado en San Siro. Y muy cerca se estuvo.

El equipo italiano llegó confiado por el favorable marcador que traía, y saltó al terreno de juego con el propósito de defender el 3-0 conseguido en su estadio dos semanas antes. Pero a punto estuvo de pagarlo caro. Además de los dos goles, los realistas tuvieron numerosas ocasiones, mandaron dos balones a la madera y les escamotearon un claro penalti a López Ufarte. Los nerazzurri, sin embargo, sólo tuvieron una oportunidad de marcar, en un cabezazo a bocajarro de Muraro que salvó Arconada.

La Real desplegó desde el pitido inicial un juego rápido, intenso y valiente, desbordando coraje y superando en todo momento al rival. En el minuto 3, López Ufarte era zancadilleado dentro del área por Canuti, pero el colegiado inglés se llamó a andanas y no señaló el penalti. Desde el comienzo, los interistas se propusieron detener la avalancha de juego txuri-urdiñ a base de faltas y juego subterráneo. Sin llegar al minuto 5, Pasinato veía la tarjeta amarilla por agredir sin balón a Idigoras, quien a continuación remataba ante la meta del Inter enviando el balón a córner el meta Bordon.

La siguiente oportunidad donostiarra llegaba en el minuto 12, cuando un cabezazo de Alonso estrellaba el balón en el larguero. El juego de la Real hacía vibrar a sus aficionados y el primer gol no tardó en llegar. En el minuto 21, un centro de Diego es cabeceado por Alonso hacia la zona donde se haya Satrústegui, que remata flojo, pero el meta Bordon no logra blocarlo y, en el rechace, en medio de un gran barullo, el ariete donostiarra logra enviar el balón al fondo de la portería.

El equipo txuri-urdiñ seguía buscando la meta rival con ahínco, especialmente por la banda izquierda de Roberto López Ufarte. Pero el marcador no se movía, a pesar de las ocasiones que tuvieron Diego y Alonso y una magistral jugada de López Ufarte en el minuto 45, con la que termina la primera parte.

La segunda mitad transcurrió con el mismo guion. La Real obligó al Inter a seguir encerrado en su área para contener a un equipo volcado al ataque y defender numerosos saques de esquina. Por el contrario, los italianos fueron incapaces de llegar a la portería de Arconada, dedicándose a perder tiempo, tirándose continuamente al suelo, lo que desquició al público y jugadores, derivando en dos tanganas que no llegaron a mayores.

Antes del segundo gol, Satrústegui dispuso de otra ocasión de oro para marcar en un remate con el portero batido, pero el poste repelió el balón. En el minuto 77, Alonso realiza una gran jugada por la izquierda, apoyado en López Ufarte, profundiza hasta la línea de fondo y envía un pase atrás que Satrústegui empalma con la pierna izquierda para hacer el segundo.

Los últimos minutos fueron de intensa presión en busca del tanto que permitiese llegar a la prórroga, con el público en pie animando al equipo, pero el gol no llegó y la Real cayó eliminada. Quedó el regusto amargo de una victoria que no fue suficiente. Sin embargo, después de tres participaciones en competiciones europeas, cuatro eliminatorias y ocho partidos, éste quedó para la historia de la Real Sociedad como su primer triunfo europeo.

Ficha del partido

Pasados los años, los propios interistas recuerdan el partido como un mal sueño. “Nos encontramos muchas dificultades. Me acuerdo de la grada, del calor de la gente. La Real hizo un gran partido y, si te soy sincero, creo que mereció pasar aquella eliminatoria”, ha dicho Gabriele Oriali, titular aquella noche en el equipo italiano.

Si bien es cierto que el Inter ganó aquel año la liga italiana y que cinco de los jugadores que participaron en la eliminatoria, Marini, Oriali, Altobelli, Causio y el portero Bordon, fueron campeones en el Mundial de España de 1982, no lo es menos que, aquella temporada, la Real consiguió el subcampeonato de Liga, que no ganó por los amaños del Real Madrid, y que aquello fue el preludio de las ligas de 1981 y 1982.

La nevera de Bertoni

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Amaños del Madrid que costaron una liga a la Real Sociedad

Con el caso Negreira al pil pil, salpicando a los árbitros, quién se acuerda de los amaños de partidos entre directivos y jugadores.

Ocurrió en Sevilla, en la jornada 33, penúltima del campeonato de Liga de 1979-80. La Real se presentaba invicta en el Sánchez-Pizjuán, con 32 encuentros sin conocer la derrota (18 victorias y 14 empates) –38 contando desde el final de la campaña anterior–. Líder, con 50 puntos, uno más que el Real Madrid, al que además ganaba el goal average (4-0 en Atotxa y 2-2 en Madrid). Un empate en el campo del Sevilla, que no se jugaba nada deportivamente, le bastaba al equipo para depender de sí mismo en el último encuentro que debía disputar en Atotxa contra el Atlético de Madrid.

Una sola jornada separaría al equipo donostiarra de hacer historia: poder terminar la temporada sin perder un solo partido y, sobre todo, conseguir el título de Liga, algo impensable para un equipo modesto y formado exclusivamente por jugadores de casa. Un título de Liga que, efectivamente, sería el primero de su historia.

Durante la semana se habló mucho de primas a terceros. Como recuerda Alfredo Relaño, ya dos meses antes, el Betis había empatado en Atotxa y Benítez, jugador verdiblanco, confirmó en sede federativa que tenían prima del Madrid. “Llegó a decirse que fueron Pirri y su esposa, Sonia Bruno, quienes entregaron el dinero, hecho que nunca se confirmó.”

A nadie le pasó desapercibido que el entrenador del Sevilla era Miguel Muñoz, hombre con muchos años en el Madrid, y tanto el presidente blanco, De Carlos, como el entrenador, Vujadin Boskov, habían comentado durante la semana que no veían mal los estímulos a terceros. Lo que ambos tuvieron que rectificar. Toda la prensa y, en particular, el programa de radio de José María García, se ocupó intensamente del asunto.

El aficionado sevillista estaba harto de ver a su club manoseado en los medios por un pleito que le era ajeno. A las seis de la tarde, cuando empezó el partido, el campo estaba prácticamente lleno y la afición, entre expectante y enfadada. La Real fue recibida con una gran ovación. Su aventura de David contra Goliat le otorgaba muchas más simpatías que al Madrid. El partido empezó con un clamor: “¡García, atiende, el Sevilla no se vende!”

A la Real le faltaban Górriz y López Ufarte, uno de sus jugadores clave, hospitalizado por un cólico nefrítico. Al Sevilla, el portero, Paco, al que sustituyó el debutante Valero, y Scotta, el artillero argentino. Arbitró el madrileño Soriano Aladrén.

El Sevilla salió volcado desde el principio y su insistencia obtuvo premio con un gol en el minuto 30: lanzamiento de Montero a Juan Carlos, centro de éste y llegada de Bertoni, cuyo remate a bocajarro rechaza Arconada; pero él mismo recoge el rechace y marca. Al descanso, el Madrid pierde en Las Palmas 1-0.

Nada cambia en la continuación: el Sevilla aprieta y la Real espera. Llega la noticia del empate del Madrid. La Real se mueve y en el 65’ empata también: pase largo de Gajate al área, donde Satrústegui baja de cabeza a Zamora, que fusila. El linier levanta el banderín porque interpreta que cuando Zamora remata, Satrústegui está en fuera de juego posicional. Para Relaño, que asistió al partido y escribió la crónica del mismo, “no influía en la atención de Valero. Lo mismo estimó Soriano Aladrén y señaló el centro del campo. Pero los sevillistas se agarraron al banderazo y la protesta fue masiva y descomunal. Soriano expulsó a Blanco y Juan Carlos. Tan airadamente expresaron su enfado, que recibieron dos tarjetas amarillas cada uno. Años después, Blanco, técnico de cantera en el Sevilla, bromea:

– Estábamos muy motivados.
– ¿Motivados o con prima del Madrid?
– Je, je… Motivados.

El partido sigue, con empate a uno, y ahora con nueve contra once. Cuando termina la bronca, se sabe que el Madrid ya gana 1-2 en Las Palmas, lo que empujó a la Real a cuidar un empate que le valía. Eso, más las expulsiones, le crearon súbitamente una atmósfera muy contraria. El mismo público que le había recibido con una gran ovación, se volcó con su equipo tras las expulsiones; abucheaba ahora sus despejes, se indignaba con las cesiones a Arconada, se enardecía con las entradas duras de los suyos, aplaudía sus llegadas, que levantaban a la gente de sus asientos.

En el minuto 83’, un enésimo pase atrás, éste de Gaztelu, lo adivina Bertoni que quiebra a Kortabarria y clava un tirazo raso junto al palo. Es el 2-1. La Real ya no pudo reaccionar y así acabó su racha de 38 partidos invicta, y así se esfumó la Liga.

Ficha del partido

Desde Argentina, Bertoni recuerda con simpatía aquello. “Lo sentí por ellos, eran un equipazo. Pero siempre te excita ganar al líder, y más si está invicto. Sé que aún me recuerdan… “. No admite que recibiese prima, pero sí “un regalo del Madrid” que no precisa.

EL PAÍS, el 21 de junio de 1980, lo concreta con el siguiente titular: Los jugadores del Sevilla cobraron 4.500.000 pesetas por ganar a la Real Sociedad. El Comité de Competición, ocho días después de que se hubiera disputado el encuentro, citó a declarar, en la Federación española, a los jugadores sevillistas Bertoni y Blanco, éste como capitán. Bertoni ya conocía las condiciones y características de la prima prometida, así como quién le entregaría el dinero. Pero el jugador argentino silenció ante el Comité de Competición los detalles para el esclarecimiento del asunto y se limitó a contar únicamente los comentarios que en esas fechas aparecieron en los medios informativos.

Poco después, el Comité de Competición de la Federación Española sancionó al Real Madrid con 2.600.000 pesetas por primar a terceros, después de comprobar que los jugadores del Betis, mediada la segunda vuelta de la Liga, recibieron 75.000 pesetas cada uno por empatar en Atotxa el 16 de marzo, en la jornada 25. Benítez y Bizcocho lo reconocieron ante el Comité. El dinero fue entregado al capitán bético Benítez, que también fue sancionado por aceptar el dinero, entregado en el aeropuerto de Barajas por un señor de edad y una joven señora, que se aseguró eran el padre y la esposa de un ex jugador madridista.

Como sostiene EL PAÍS, el 6 de enero de 1983, “el Real Madrid, al recurrir a primar a terceros para ganar la Liga, protagonizó uno de los affaires más vergonzosos de su historia”. Sin embargo, “el Comité de Competición no sancionó la prima recibida por los jugadores del Sevilla por falta de pruebas, que posteriormente se descubrieron”.

Bastantes años más tarde, el 7 de diciembre de 2002, el sevillista Bertoni confirmaba en una entrevista concedida al periodista de Marca Daniel Pinilla, lo que hasta aquel momento había sido un secreto a voces: los jugadores del Sevilla habían jugado aquel partido dopados económicamente. El “regalo del Madrid”, consistió, efectivamente, en 4.500.000 pesetas, repartidas por Bertoni, antes de marcharse a Italia, a razón de 300.000 pesetas para cada uno de los quince jugadores convocados, los once titulares y los cuatro suplentes. Luego cada premiado apartó 10.000 pesetas para el masajista y el utillero, que salieron a 75.000 pesetas por cabeza. El entrenador del Sevilla, Miguel Muñoz, se negó a aceptar una sola peseta de aquel dinero.

Francisco Pérez, Yiyi, su compañero en el ataque bético, aquel fatídico 11 de mayo de 1980, confirmó a ABC, en una entrevista en 2007, que Bertoni tenía la prima del Madrid; y que la guardada en su frigorífico:

– “Me acuerdo el día que fuimos a buscar el dinero. Íbamos en el coche Montero, Valerita… Sólo subí yo.
– ¿Adónde?
– A casa de Bertoni. El dinero lo tenía él, estaba todo preparadito, en papel de platina, en fajitos. ¿Sabe dónde lo había guardado? ¡En el frigorífico! Yo se lo dije, “pero Daniel, hombre, ¿cómo has podido meter el dinero ahí?”. Me dijo que en ese lugar no miraba nadie. El dinero estaba fresquito, pero nos lo llevamos calentito.

En la última jornada, el Real Madrid ganó 3-1 al Athletic Club, y la Real hizo lo propio, con un 2-0 ante el Atlético de Madrid en Atotxa; victoria que no servía para impedir que la Liga se vistiera de blanco por un punto de diferencia.

Así, así ganó el Madrid, aquella Liga.

El año siguiente, Bertoni fichó por la Fiorentina. Cuando la Real ganó su primera Liga, recibió un mensaje: “Me llamaron los periodistas de Sevilla para decirme que la Real había salido campeón y que varios jugadores dijeron que me dedicaban el título a mí, a Daniel Bertoni.” El que guardaba la pasta en la nevera.

Esnaola-Iribar, duelo de titanes

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Con 16 años, José Ramón Esnaola Larburu (Andoain, 30-06-1946), ya formaba parte de la selección juvenil de Gipuzkoa y del equipo de su localidad natal, la S.D. Euskalduna.

En 1965, con 19, ficha por la Real Sociedad, como suplente de Adolfo Arriaga. Esnaola jugó 17 partidos esa temporada, a las órdenes del entrenador Galarraga. La siguiente la pasa en blanco por estar cumpliendo el servicio militar en los cuarteles de Loyola.

Cuando se reincorpora, en la temporada 1967-68, Jesús Mari Zubiarrain es el meta titular, hasta que una lesión le aparta del equipo. Fue el 31 de diciembre de 1967, frente al Elche, cuando Esnaola le sustituye para convertirse en una de las revelaciones de la temporada. El equipo donostiarra vence ese día con facilidad por 5 a 0. Su brillante actuación fue refrendada una semana después en Barcelona, donde consiguió dejar su portería a cero con una actuación que Marca calificó de sobresaliente, arrancando la Real un valioso punto del Camp Nou.

Unos meses después, en marzo, cae lesionado en un partido contra su futuro equipo, el Betis. Un choque con Jesús Irízar le produjo una fractura del maléolo tibial y la temporada se acabó para él. Durante su convalecencia el Atlético de Madrid se interesó por su fichaje y llegó a firmar con los colchoneros, pero finalmente desecharon su contratación por no superar el reconocimiento médico y en su lugar ficharon a Zubiarrain.

Esnaola quedó ya como dueño absoluto de la portería realista durante las siguientes cinco temporadas, en las que lo jugó prácticamente todo y se convirtió en uno de los guardametas mejor valorados del fútbol español. Era un portero ágil, intuitivo, que compensaba su déficit de altura con un potentísimo tren inferior y que desbordaba tranquilidad y serenidad bajo los palos. Su flema británica era tal, que sus compañeros de equipo le apodaron “el inglés”.

Todavía tenía 26 años, pero la cantera venía pegando fuerte y el club contaba con varios jóvenes porteros de gran proyección a los que Esnaola iba a bloquear en su progresión. En el verano de 1973, la Real le propuso su traspaso al Betis, entonces en Segunda División. Bajar de categoría le creó un mar de dudas, pero finalmente aceptó. La marcha fue su último acto de servicio al club:

“Estaba de vacaciones cuando se produjo el traspaso. La Real es el mejor club del mundo. Llevo ocho temporadas en la Real, el Betis está en Segunda, si no quería, no me iba, pero era una oportunidad para mí de mejorar las condiciones económicas y fue un mutuo acuerdo entre ambos clubes. Mi conciencia está tranquila, porque en los ocho años que he estado en la Real, he dado todo lo que llevaba dentro.”

Efectivamente, Esnaola mejoraba sus condiciones económicas, y la Real ingresaba doce millones de pesetas, que en aquel tiempo era mucho dinero. Pero, como se pretendía, con la marcha de “el inglés” también resultaron beneficiados Artola, Urruti y Arconada. El club se mostró tan agradecido que el presidente, José Luis Orbegozo, le impuso la Insignia de Oro y Brillantes, a pesar de no haber jugado diez temporadas en el club.

Tras disputar 207 partidos oficiales con la Real Sociedad, Esnaola iniciaba una nueva etapa en el Real Betis Balompié.

*****

En 1977, el Athletic y el Betis llegaron a la final de Copa, que volvió a llamarse Copa del Rey, después de tantos años siendo la Copa del Generalísimo. Fue una final de las épicas, que se resolvió en una infinita tanda de penaltis, con un duelo legendario, como los de los viejos pistoleros, entre Esnaola e Iribar, sobre el césped del Vicente Calderón. Sucedió la noche del sábado 25 de junio de 1977, cuando España bullía en los albores de la Transición.

El Athletic era el favorito. José Ángel Iribar capitaneaba un equipo que había sido tercero en la Liga y finalista de la Copa de la UEFA, que se le escapó por muy poco ante la fabulosa Juventus de aquellos años. Por su parte, el Betis había acabado quinto el campeonato de Liga, aunque a solo dos puntos del Athletic.

Los vizcainos siempre fueron un paso por delante de los béticos, pero la perseverancia verdiblanca hizo que nunca se quedaran atrás. En el minuto 14’ se adelantó el Athletic. Txetxu Rojo lanza un córner, Dani remata, Esnaola rechaza y Carlos remacha: 1-0. En el 45’, Cardeñosa lanza al palo un golpe franco contra el Athletic, hacia donde ha volado Iribar, el rebote lo recoge López y marca a puerta vacía: 1-1. El forcejeo de la segunda parte, termina sin goles. Hay prórroga. En el 97’, Benítez cede un balón atrás sin advertir que Dani andaba por allí, y el astuto extremo bilbaino lo recoge y marca con facilidad: 2-1. En el 116’, a cuatro minutos del final, se produce una falta junto al área del Athletic; lanza Cardeñosa y López, en el segundo palo, cabecea a gol: 2-2. Hay que ir a la tanda de penaltis. Un cúmulo de emociones fuertes, taquicardias y rasgos de grandeza espera a jugadores y aficionados.

Empieza tirando el Betis y van marcando alternativamente García Soriano-Guisasola, Del Pozo-Churruca, López-Escalza y Biosca-Irureta. 4-4. Queda el quinto lanzamiento, para el que los entrenadores han reservado a los mejores especialistas de ambos equipos desde los once metros: Cardeñosa y Dani. El bético engaña a Iribar, pero el toque de su sedosa zurda se marcha fuera. El Betis está perdido. Dani, especialista no solo del Athletic sino también de la Selección, tiene la final en su bota. Pero Esnaola lo tenía claro: “A lo largo de la semana pensé que Dani cambiaría su forma de rematar, porque nos conocíamos bien. Él solía hacer la parandinha y después lanzaba a la izquierda. Yo le aguanté al máximo, y él, efectivamente, cambió el tiro: lanzó a la derecha, y lo paré”. Esnaola había salvado ese primer ‘match ball’.

Hay que seguir. Ahora, con lanzamientos alternos hasta que un equipo coja ventaja, la muerte súbita. Se adelanta Sabaté… y gol. Tira Amorrortu… y gol. 5-5. Corresponde el turno a Alabanda, y para Iribar. El Betis está otra vez con la soga al cuello. Si marca el Athletic, todo habrá acabado. El turno es para Angel María Villar, tira… ¡y para Esnaola! ¡Otra vez jolgorio en el lado bético! En el siguiente llega la sorpresa; el lanzador bético es su guardameta. A Esnaola nunca le gustó tirar penaltis, pero entre los jugadores que quedaban sin tirar había gente muy tocada en lo físico o sin confianza. ¡Esnaola frente a Iribar! Los dos guipuzcoanos frente a frente. El Txopo era el ídolo de Esnaola; le tenía un respeto reverencial. Y el bético había sido suplente del mito del Athletic seis años antes, en la que fue su única convocatoria con la selección, en Cagliari ante Italia.

A pesar de todo, aquella noche, en el Calderón, Esnaola tiró de concentración. Con una naturalidad más propia de un avezado experto en penaltis, golpea con el interior de su pie derecho al palo izquierdo de Iribar, que se tira hacia el otro lado… ¡y gol! La foto que abre esta entrada capta a los dos porteros cruzando un apretón de manos tras el disparo. “Lo siento”, dijo en ese momento Esnaola, mirando a los ojos al Txopo. Un gesto de respeto eterno. Luego, se queda bajo los palos, dispuesto a hacer prevalecer la ventaja que ha dado a su equipo, pero Alexanco marca, restableciendo el empate. 6-6.

Esnaola recuerda que Iribar “no paraba de hablar con sus compañeros tras cada penalti”. Iribar recuerda que “trataba de animarles y darles confianza. Y también advertirles de que tras tantos lanzamientos el punto de penalti estaba en mal estado, se levantaba, tenía pequeños baches. Quería que aseguraran la colocación del balón sobre el césped”.

Hay que seguir. Eulate pone toda la presión sobre el Athletic transformando la decimoséptima pena máxima. Fue entonces cuando Esnaola creyó tocar el cielo al estirarse y desviar hacia su izquierda el zurdazo de Txetxu Rojo. ¡El Betis campeón! El delirio invade a los jugadores béticos celebrando el título… pero el árbitro García Carrión ha anulado el penalti, porque aprecia que el portero se ha movido justo antes del disparo y ordena la repetición del lanzamiento.

Las protestas y discusiones con el árbitro disparan la tensión sobre el césped y en la zona de banquillos hay jugadores rotos por el esfuerzo y la tensión. Sólo los dos técnicos, Rafa Iriondo, leyenda del Athletic, y Koldo Aguirre, aparentan mantener un mínimo de calma. La nueva descarga de adrenalina finaliza con el gol de Rojo en la repetición de la pena máxima. 7-7.

Así que hay que seguir. Son ya diecinueve penaltis, contando los dos de Rojo, y la tanda sigue igualada. Con los nervios desbocados ya casi nadie se atreve a tirar. Se ofrece Bizcocho, un fogoso lateral que nunca había ejecutado un penalti, y bate a Iribar, que roza la pelota con los guantes. Al capitán y leyenda del Athletic tampoco le gustaba tirar penaltis. “Creo que había tirado uno en mi vida”, recuerda Iribar. Pero asumió la responsabilidad. El Txopo recoge así el guante que le había lanzado Esnaola un rato antes, un rato que parecía ya una eternidad. Ahora, ¡Iribar frente a Esnaola! Tira con parandinha, a media altura y a la izquierda de Esnaola, que no cae en el engaño y desvía la pelota para ganar el título y ser de inmediato engullido por una marea verdiblanca que invade la portería. 8-7.

Han pasado las doce de la noche; ya es domingo. Tres horas y veinte minutos después del pitido inicial, el Betis es campeón de Copa por primera vez en su historia.

Después de parar tres penaltis, más un cuarto invalidado por el árbitro, Esnaola puso el broche de oro a su actuación marcando el definitivo a Iribar, para pasar a la historia. El sencillo guardameta andoaindarra, ya sevillano para siempre, tras ocho años en la Real, completó otros doce en el Betis, donde luego se quedó en el cuadro técnico veintiocho más.

Al aterrizar el equipo en Sevilla, miles de béticos invadieron la pista del aeropuerto. “Cuando logré bajar del avión –recuerda Esnaola–, el autobús que debía llevarnos a la terminal ya se había marchado. Tuve que ir entre los aficionados, que me subieron a hombros. Ese fue mi baño de masas”. Pero ni siquiera en aquel momento de inmensa alegría, saliendo del aeropuerto como un torero, dejó de tener una cierta sensación de tristeza por su ídolo derrotado. La memoria de José Ángel Iribar guarda aquel 25 de junio como “un día muy duro. Uno de los más difíciles que he vivido en mi carrera” y a José Ramón Esnaola, como “un gran amigo”… “pese a aquellos penaltis”.