Viva el Donostia, F. C.!!!

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La Real Sociedad ha tenido varios nombres a lo largo de su historia y Donostia Foot-ball Club es el que adoptó en los tiempos republicanos, desde 1931 hasta 1940, ya finalizada la guerra civil.

Eran las siete menos diez de la mañana del 14 de abril de 1931, cuando en el balcón del ayuntamiento de Eibar se izaba la bandera tricolor. Fue la primera localidad del estado en proclamar la Segunda República. A las nueve de la noche, Alfonso XIII salía del Palacio Real de Madrid por una puerta secreta camino del exilio.

Inmediatamente el gobierno republicano promovió la supresión de todos los símbolos monárquicos, por lo que la Real Sociedad debía eliminar de su nombre el título de Real, concedido por Alfonso XIII el 11 de febrero de 1910, y la corona del escudo.

Pasó a llamarse, Sociedad de Foot-Ball de San Sebastián y con esa denominación disputó el torneo de Copa de 1931. Madrid, Betis, Valladolid, Zaragoza y otros equipos hicieron lo propio, sin crearse un problema de identidad, pero “la Sociedad” resultaba un nombre poco identificativo. No acabó de cuajar y en la asamblea general ordinaria celebrada el 27 de junio de 1931, se adoptó por unanimidad “cambiar el nombre del club por el de Donostia F.C., manteniendo la insignia y diseño actuales, con la única variante de la corona real, que será sustituida por el escudo de San Sebastián”.

Escudriñando las calles, plazas y rincones del almendro compostelano, en busca de grabados e inscripciones, la Asociación cultural de divulgación e protección de arte rupestre Colectivo A Rula, se topó con el grito de ánimo que podemos ver en la fotografía que abre esta entrada: Viva el Donostia, F. C.!!!

Esculpido en la escalinata de entrada a la iglesia de San Martiño Pinario de Santiago de Compostela, lo primero que llamó la atención de los rastreadores fue su buena ejecución. Las letras eran homogéneas tanto en dimensiones y tipo, como en el espesor de la ranura. Todo ello les hizo pensar inicialmente que podía tener un contenido religioso.

Monasterio Iglesia de San Martiño Pinario (Santiago de Compostela)

Pero a nada que profundizaron un poco, supieron enseguida que se trataba de la versión republicana del nombre de la Real Sociedad. ¿Quién pudo haber hecho aquel cuidado graffiti en la piedra del templo? Por la calidad del trabajo y el contenido de la inscripción, el autor era, seguramente, un cantero txuriurdin perteneciente a alguna cuadrilla que trabajaba en la zona, porque no hay constancia de intervención alguna en las escaleras y fachada de la iglesia hasta los trabajos de restauración realizados bajo la dirección de Pons Sorolla, ya en los años cincuenta.

El Colectivo A Rula se lamenta de que cuando tuvieron toda la información de esta inscripción, intentaron contactar, sin éxito, con el club donostiarra. Así que decidieron publicar el hallazgo, poque no querían “dejar de mostrar esta, cuanto menos curiosa, expresión de la pasión futbolística de la primera mitad del siglo pasado”.

Gracias al Colectivo A Rula por compartirlo.

Los realzales que hagan el Camino de Santiago, ya tienen un aliciente más.

Le salvó el fútbol

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Temporada 1943-44. Patri, Tellería, Galarraga, Mancisidor, Santi, Fernando Terán I; agachados: Ontoria, Pedrín, Arbiza, Mariano Terán II y Pérez (Atotxa 10-10-1943, Real Sociedad, 1; Barcelona, 1)

Marcial Arbiza es un perfecto desconocido, incluso para la familia txuriurdin. Nació en Urnieta el 8 de julio de 1914 y empezó a romper alpargatas en el Colegio de San Bernardo-La Salle de Donosti, entre un puñado de chavales que, en unos años, serían buenos futbolistas: Ignacio Goyeneche, que jugó en la Real (1932-35) y el Valencia (1943-45); Peña Iriarte ‘Peñita’, en la Real (1931-33) y Atlético de Madrid (1934-36); y Félix Daguerresar, en la Real (1935-40).

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Caso Zubiaurre

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Del sueño a la pesadilla

Finalizada la temporada, se abre un tiempo de reflexión, de análisis, de altas y bajas, de planificación para el próximo curso. Los focos se trasladan del césped a los despachos y se habla de posibles fichajes, de contratos, de cláusulas… Una firma promete sueños, pero puede brindar auténticas pesadillas, porque los contratos los carga el diablo. Si no, que se lo pregunten a Iban Zubiaurre Urrutia (Mendaro, 22 de enero de 1983).

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Jugá como Volante

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El origen de algunos términos utilizados en la fútbolsfera da para contar curiosas historias. Ya lo vimos hace tiempo con el de la chilena, o chorera, y hoy lo vamos a ver con el de volante.

Es habitual leer y escuchar en las secciones deportivas de los medios, referencias a Martín Zubimendi como “el volante donostiarra” o “el volante de la Real Sociedad”. Todos sabemos que lo hacen por su posición en el campo. Martín es un centrocampista que juega delante de la zona de contención, clave para armar la columna vertebral del equipo de Imanol; para mantener la posesión del balón, ofreciendo siempre soluciones a los defensas y al portero para superar la presión del contrario en la salida; jugador por quien pasa la ocupación de espacios defensivos, pero también buena parte del peso en la creación del juego; atento siempre al robo y recuperación de balones para luego salir conduciendo, dando al equipo equilibrio entre la defensa y el ataque. Un futbolista de mucho talento, tácticamente sobresaliente, un peón de brega que, con garra y gran capacidad de trabajo, despliega su juego por todo el campo. En fin, cualidades que reúne un buen volante de contención o de recuperación, que dicen los que saben.

Mapa de calor de Martín Zubimendi

Pero, por qué decimos volante. ¿Tiene algo que ver con la capacidad de estos centrocampistas para conducir al equipo? ¿Tendrá que ver con su posición táctica en el terreno de juego?

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Una Real de cine

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Nunca la Real debe dejar de ser el mejor equipo de fútbol del mundo. Aunque nadie lo sepa.
Aunque nadie lo note (Elías Querejeta, El espíritu de Atocha)

En la presentación de este blog, recordaba que en 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de “las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”. Ochenta años después, la Real seguía dando pruebas de que se puede amar el fútbol y los colores de un equipo sin descuidar el alma.

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Cara al sol en Atotxa

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En junio de 1939 se jugaba en Atotxa uno de los primeros partidos de la posguerra civil. La Real Sociedad, todavía oficialmente Donostia Foot-ball Club, se enfrentaba al, entonces, Atlético Aviación, hoy Atlético de Madrid. Antes de comenzar el partido, como se ve en la fotografía que abre esta entrada, los jugadores, brazo en alto, hacen el saludo fascista mientras cantan el Cara al Sol.

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Cuando los opuestos se tocaron

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Xabi Prieto y el Loco Abreu compartieron posiciones de ataque en la Real Sociedad, como se ve en la fotografía, con los colores verde y amarillo del San Sebastian Recreation Club de 1904, embrión de la Real Sociedad.

El principio de polaridad del Kybalión establece que todo tiene dos polos, su par de opuestos, que no son en realidad sino los extremos de una misma cosa. En este caso de la manera de entender el fútbol. Xabi Prieto y el Loco Abreu representan dos formas opuestas, hasta el extremo, de entenderlo y de vivirlo.

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El joven Irastorza

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Después de haber recordado la peripecia de Harry Lowe en la ciudad del Turia, por la que aquel 24 de marzo de 1935 se convirtió en el jugador más veterano de LaLiga a sus 48 años y 226 días, récord que aún perdura, no podemos pasar por alto que Harry el viejo, fue también protagonista de otro recórd en sentido contrario: el del jugador más joven en debutar en Primera División.

Un año antes, el 4 de febrero de 1934, había hecho debutar en el Donostia Football Club (la Real de los tiempos republicanos) a Pedro Irastorza con 15 años y 288 días. Fue en la jornada 14 del Campeonato de Liga de la temporada 1933-1934, en el campo de Les Corts de Barcelona, de donde el equipo salió derrotado por 4 a 0.

Ficha del partido

Se da la circunstancia de que en la temporada siguiente (1934-1935), con 16 años, Irastorza saltó al campo de Mestalla con Harry Lowe, en aquel partido en el que el entrenador volvió a calzarse las botas.

Pedro Irastorza Ayerbe nació el 22 de abril de 1918 en Zaldibia (Gipuzkoa) y las crónicas de la época dicen que era un centrocampista “muy aguerrido”, a pesar de su edad. Tras el descenso a Segunda División jugó en Osasuna hasta que estalló la Guerra Civil. Después, continuó jugando en el Campo de San Juan, hasta su vuelta a la Real Sociedad en la temporada 1941-42, para retirarse en la siguiente jugando en el Murcia.

Aún hoy, sigue siendo el jugador más joven en debutar en la historia de la Real Sociedad y el tercero de LaLiga, superado en la temporada 1939-1940 por Francisco Bao “Sansón”, criado en el barrio vigués de Lavadores, que debutó con 15 años y 255 días, en el Celta de Vigo; y por el argentino Luka Romero, el ‘Messi mexicano’, en la temporada 2020-2021, que lo hizo con 15 años y 219 días, en el Mallorca.

Veteranía y juventud, al menos en este caso, son las dos caras de una misma moneda.

Harry el viejo

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Harry Lowe, de pie, último de la derecha, con el Tottemham en la temporada 1924-25

Estamos tan acostumbrados a ver a la Real Sociedad, en los informes del CIES Football Observatory, entre los equipos más jóvenes de las cinco grandes ligas europeas, que más de uno se sorprenderá al saber que tenemos el récord del jugador más viejo sobre el campo, de la historia de LaLiga.

El viejo es Harry Lowe, jugador británico que colgó las botas en 1928 y llegó a la Real Sociedad para sustituir al mítico entrenador Benito Díaz, el tío Benito, que había emigrado a Francia para dirigir al Girondins de Burdeos.

Lowe terminó su primera temporada, 1930-1931, con la Real clasificada en tercera posición. Fue líder desde la 5ª a la 12ª jornada, pero llegó al final del campeonato empatada a 22 puntos con el Athletic Club y el Racing de Santander. El goal average dio el título a los bilbaínos y dejó a los donostiarras en tercera posición. La mejor clasificación liguera de la Real Sociedad durante casi 50 años, hasta el subcampeonato de Liga en la temporada 1979-80.

El 14 de abril de 1931 se izaba la bandera tricolor en la balconada consistorial de Eibar. Proclamada la República, Alfonso XIII tomaba el camino del exilio y el 27 de junio, “ateniéndose a exigencias de la realidad”, el club decidió retirar la corona del escudo, suprimir la denominación de Real y adoptar el nombre de Donostia Football Club.

En su segundo año como entrenador, el Donostia, F.C. quedó antepenúltimo, con la singularidad de haber marcado más goles que el campeón de Liga. La progresiva profesionalización del fútbol, con el consiguiente aumento de los gastos, fue causa de las dificultades económicas por las que atravesó el equipo en esta etapa de su historia. A pesar de todo, mejoró su posición en las dos siguientes: 6º en la 1932-33 y 5º en la 1933-34, a solo un punto del tercer clasificado.

Pero si por algo ha pasado a la historia de La Liga Harry Lowe, es por lo que ocurrió el 24 de marzo de 1935 en Valencia. El Donostia, F.C. tenía que disputar en Mestalla su encuentro con el Valencia, C.F. correspondiente a la decimoséptima jornada. Por aquel entonces no estaba permitido hacer cambios en los partidos, las sustituciones no se aprobaron hasta finales de los años sesenta; es decir, que los once jugadores que iniciaban el encuentro debían terminarlo, por lo que era habitual que, en los desplazamientos largos y costosos, los clubes modestos viajaran solo con los once futbolistas que iban a jugar.

Se dio la circunstancia de que, durante el viaje, enfermó uno de los jugadores donostiarras; probablemente el delantero Insausti, aunque las crónicas de la época no lo especifican. Como no podía disputar el encuentro, ante la tesitura de tener que hacerlo con solo diez jugadores, Lowe optó por calzarse de nuevo las botas, con 48 años y 226 días. Sólo acertó a decir: “Mejor con once que con diez”.

Su aportación fue más estética y humana que futbolística; quizás allí nació el medio estorbo. Pero jugó los 90 minutos y, recordando sus viejos tiempos en el Tottenham, tuvo el honor de dar a Olivares la asistencia para que marcara el único gol donostiarra de aquel estrambótico partido que terminó con un apabullante 7 a 1.

Ficha del partido

Este episodio, calificado por estudiosos del fútbol como mítico, pero del que existe constancia documental de la época, está reconocido por LaLiga de Fútbol Profesional: “la Real tiene el honor de haber contado en sus filas con el jugador más veterano que jamás pisó un terreno de juego en la Primera División española”; aunque con un error en el cálculo de la edad, porque Horace ‘Harry’ Lowe nació el 10 de agosto de 1886. Un récord prácticamente imbatible. Con 41 años, Joaquín, el jugador del Betis, el más longevo de nuestro tiempo, tendría que jugar ocho años más para superarlo.

Aquella aciaga temporada (1934-35), la Real Sociedad (Donostia, F.C.) sufrió el primer descenso de su historia, al acabar el campeonato en penúltima posición, y Harry Lowe terminó su vinculación con el club.