El fútbol y el pecado original

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Hablando de los orígenes del fútbol, Joseph Blatter, entonces presidente de la FIFA, llevó de Inglaterra a China la cuna de este deporte, reconociendo que ya se practicaba hace más de 2.300 años en Linzi, en la ciudad de Zibo, antigua capital del reino Qi. Pero, puestos a remontarnos, podríamos irnos hasta el origen de los tiempos.

En los últimos momentos de su vida, con Adán ya fallecido, Eva recordaba cómo fueron expulsados del paraíso, asegurando, con tristeza y un punto de emoción, que las razones de aquella expulsión no son las que, atravesando los siglos, se han propagado.

Así evocaba Eva el día en que las cosas se torcieron definitivamente. El Edén estaba bonito, rebosante de frutos y flores y peces de colores en las aguas. En la tarde de aquel día, que tal vez era lunes, vi que las manzanas del árbol central del Edén estaban con el semblante muy rojo; sólo con sacudir el árbol se desplomaban. Eso hice: sacudí el árbol y llovieron manzanas, muchas manzanas. No teníamos hambre como para comer tantas y nos pusimos a jugar con ellas. Cogí una y se la arrojé a Adán, que estaba bostezando a una cierta distancia. Él intentó devolvérmela con el pie derecho. No pudo, apenas la rozó con el tobillo. Le arrojé una segunda manzana y esta vez lo hizo peor, le pegó con la canilla. Me reí a carcajadas; esto despertó el amor propio de Adán. Me pidió otra oportunidad: voy a probar con la pierna del lado del corazón, me dijo. Allá va, le dije yo, y mi Adán, así como venía, la empalmó y salió por encima de un arco iris. La manzana llegó hasta la misma nube en la que don Dios estaba haciendo la siesta y le dio de pleno en un ojo.

Don Dios rugió de tal manera que descuajeringó nubes, trizó montañas y erizó mares; hizo de los aires vientos y de los vientos huracanes. Nosotros, Adán y yo, ante esto, no pedimos perdón, porque no había por qué.

–Adán –le dije–, rápido, marchémonos de aquí, vayámonos a la Tierra, busquemos un lugar donde podamos sufrir de vez en cuando y no seamos felices todo el tiempo.
–¿Un lugar donde podamos ilusionarnos con que tenemos albedrío?
–Sí, un lugar donde el miedo lo podamos sentir juntos.
–¿Y habrá manzanas tan redondas en ese lugar, Eva?
–Habrá, Adán, si regamos cada día el árbol que nos da el fruto.

Así fue, tal cual, lo que sucedió allá lejos. La manzana que entró en el ángulo superior derecho de un ojo de don Dios, fue la razón desencadenante de nuestro exilio por los siglos de los siglos. Qué sabía yo, que al proponer aquel juego al aburrido Adán, al incitarlo con esa manzana que empalmó con tan soberbia izquierda, iba en ese instante a nacer algo que ni Dios sabía entonces que iba a llamarse fútbol. Porque de fútbol somos, iba a valer la pena el exilio. Iba a valer la alegría. ¡Coño!, que no hubo pecado original, que no.

Así lo ha contado Rodolfo Braceli, periodista y poeta argentino, en Perfume de gol.

Una respuesta a «El fútbol y el pecado original»

  1. Que pena! Mientras lo leía pensaba que por una vez Edu se ha pasado al relato, y fantástico además…pero no, era del Che Brazelli!
    Me gusta más esta versión que la del pecado original!

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