La nevera de Bertoni

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Amaños del Madrid que costaron una liga a la Real Sociedad

Con el caso Negreira al pil pil, salpicando a los árbitros, quién se acuerda de los amaños de partidos entre directivos y jugadores.

Ocurrió en Sevilla, en la jornada 33, penúltima del campeonato de Liga de 1979-80. La Real se presentaba invicta en el Sánchez-Pizjuán, con 32 encuentros sin conocer la derrota (18 victorias y 14 empates) –38 contando desde el final de la campaña anterior–. Líder, con 50 puntos, uno más que el Real Madrid, al que además ganaba el goal average (4-0 en Atotxa y 2-2 en Madrid). Un empate en el campo del Sevilla, que no se jugaba nada deportivamente, le bastaba al equipo para depender de sí mismo en el último encuentro que debía disputar en Atotxa contra el Atlético de Madrid.

Una sola jornada separaría al equipo donostiarra de hacer historia: poder terminar la temporada sin perder un solo partido y, sobre todo, conseguir el título de Liga, algo impensable para un equipo modesto y formado exclusivamente por jugadores de casa. Un título de Liga que, efectivamente, sería el primero de su historia.

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Esnaola-Iribar, duelo de titanes

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Con 16 años, José Ramón Esnaola Larburu (Andoain, 30-06-1946), ya formaba parte de la selección juvenil de Gipuzkoa y del equipo de su localidad natal, la S.D. Euskalduna.

En 1965, con 19, ficha por la Real Sociedad, como suplente de Adolfo Arriaga. Esnaola jugó 17 partidos esa temporada, a las órdenes del entrenador Galarraga. La siguiente la pasa en blanco por estar cumpliendo el servicio militar en los cuarteles de Loyola.

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Primer derbi entre bilbainos y donostiarras

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El foot-ball iba calando en tierra vasca como el xirimiri. En marzo de 1905, el Athletic y The Union seguían organizando partidos amistosos con objeto de preparar la disputa de la Copa de ese mismo año, que se había de jugar en Madrid del 16 al 20 del mes siguiente.

En estas, el día 25, en el expreso de Donosti, llegaban a Bilbao, a las tres y media de la tarde, “los distinguidos jóvenes donostiarras” que componían el team del San Sebastián Recreation Club. Varios socios del Athletic y algunos jugadores esperaron a los donostiarras y, después de los saludos y presentaciones, se dirigieron al Hotel Catalina, donde se iban a hospedar los jóvenes sportmen.

La expectación que el partido había despertado era tal que ese mismo día El Noticiero Bilbaino informaba de que dada “la grandísima animación entre los aficionados para asistir al partido San Sebastián-Bilbao […], la empresa del ferrocarril de Bilbao á las Arenas ha acordado que circulen, además del servicio ordinario, dos trenes especiales”. En todos los cafés y paseos no se hablaba de otra cosa. Lo que hizo que, a pesar de lo inseguro del tiempo, el campo de Lamiako estuviera concurridísimo a primera hora de la tarde de aquel 26 de marzo de 1905.

Esta es la crónica del partido, el primer derbi jugado entre bilbainos y donostiarras, tal y como la vivieron, por parte bilbaína, “un delantero”, para El Nervión, y Joaquín de Laffytte, para El Pueblo Vasco, por parte donostiarra.

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Eduardo Chillida, de gato a poeta del hierro

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Bidegain, Santi, Patri, Chillida, Tellería, Izaga, Urbieta. Agachados: Pérez, Ontoria, Unamuno y Pedrín

Caía un ligero xirimiri mientras se remangaba el jersey y flexionaba las rodillas. Al borde del área, una hilera de balones moteaba la negrura del barro. Un ojeador le había visto en el Campeonato de Guipúzcoa, había comentado que apuntaba maneras, y Benito Díaz, el entrenador del equipo, le había convocado para hacer una prueba. Si la superaba, ficharía por el primer equipo de la Real Sociedad.

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El joven Irastorza

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Después de haber recordado la peripecia de Harry Lowe en la ciudad del Turia, por la que aquel 24 de marzo de 1935 se convirtió en el jugador más veterano de LaLiga a sus 48 años y 226 días, récord que aún perdura, no podemos pasar por alto que Harry el viejo, fue también protagonista de otro recórd en sentido contrario: el del jugador más joven en debutar en Primera División.

Un año antes, el 4 de febrero de 1934, había hecho debutar en el Donostia Football Club (la Real de los tiempos republicanos) a Pedro Irastorza con 15 años y 288 días. Fue en la jornada 14 del Campeonato de Liga de la temporada 1933-1934, en el campo de Les Corts de Barcelona, de donde el equipo salió derrotado por 4 a 0.

Ficha del partido

Se da la circunstancia de que en la temporada siguiente (1934-1935), con 16 años, Irastorza saltó al campo de Mestalla con Harry Lowe, en aquel partido en el que el entrenador volvió a calzarse las botas.

Pedro Irastorza Ayerbe nació el 22 de abril de 1918 en Zaldibia (Gipuzkoa) y las crónicas de la época dicen que era un centrocampista “muy aguerrido”, a pesar de su edad. Tras el descenso a Segunda División jugó en Osasuna hasta que estalló la Guerra Civil. Después, continuó jugando en el Campo de San Juan, hasta su vuelta a la Real Sociedad en la temporada 1941-42, para retirarse en la siguiente jugando en el Murcia.

Aún hoy, sigue siendo el jugador más joven en debutar en la historia de la Real Sociedad y el tercero de LaLiga, superado en la temporada 1939-1940 por Francisco Bao “Sansón”, criado en el barrio vigués de Lavadores, que debutó con 15 años y 255 días, en el Celta de Vigo; y por el argentino Luka Romero, el ‘Messi mexicano’, en la temporada 2020-2021, que lo hizo con 15 años y 219 días, en el Mallorca.

Veteranía y juventud, al menos en este caso, son las dos caras de una misma moneda.

Harry el viejo

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Harry Lowe, de pie, último de la derecha, con el Tottemham en la temporada 1924-25

Estamos tan acostumbrados a ver a la Real Sociedad, en los informes del CIES Football Observatory, entre los equipos más jóvenes de las cinco grandes ligas europeas, que más de uno se sorprenderá al saber que tenemos el récord del jugador más viejo sobre el campo, de la historia de LaLiga.

El viejo es Harry Lowe, jugador británico que colgó las botas en 1928 y llegó a la Real Sociedad para sustituir al mítico entrenador Benito Díaz, el tío Benito, que había emigrado a Francia para dirigir al Girondins de Burdeos.

Lowe terminó su primera temporada, 1930-1931, con la Real clasificada en tercera posición. Fue líder desde la 5ª a la 12ª jornada, pero llegó al final del campeonato empatada a 22 puntos con el Athletic Club y el Racing de Santander. El goal average dio el título a los bilbaínos y dejó a los donostiarras en tercera posición. La mejor clasificación liguera de la Real Sociedad durante casi 50 años, hasta el subcampeonato de Liga en la temporada 1979-80.

El 14 de abril de 1931 se izaba la bandera tricolor en la balconada consistorial de Eibar. Proclamada la República, Alfonso XIII tomaba el camino del exilio y el 27 de junio, “ateniéndose a exigencias de la realidad”, el club decidió retirar la corona del escudo, suprimir la denominación de Real y adoptar el nombre de Donostia Football Club.

En su segundo año como entrenador, el Donostia, F.C. quedó antepenúltimo, con la singularidad de haber marcado más goles que el campeón de Liga. La progresiva profesionalización del fútbol, con el consiguiente aumento de los gastos, fue causa de las dificultades económicas por las que atravesó el equipo en esta etapa de su historia. A pesar de todo, mejoró su posición en las dos siguientes: 6º en la 1932-33 y 5º en la 1933-34, a solo un punto del tercer clasificado.

Pero si por algo ha pasado a la historia de La Liga Harry Lowe, es por lo que ocurrió el 24 de marzo de 1935 en Valencia. El Donostia, F.C. tenía que disputar en Mestalla su encuentro con el Valencia, C.F. correspondiente a la decimoséptima jornada. Por aquel entonces no estaba permitido hacer cambios en los partidos, las sustituciones no se aprobaron hasta finales de los años sesenta; es decir, que los once jugadores que iniciaban el encuentro debían terminarlo, por lo que era habitual que, en los desplazamientos largos y costosos, los clubes modestos viajaran solo con los once futbolistas que iban a jugar.

Se dio la circunstancia de que, durante el viaje, enfermó uno de los jugadores donostiarras; probablemente el delantero Insausti, aunque las crónicas de la época no lo especifican. Como no podía disputar el encuentro, ante la tesitura de tener que hacerlo con solo diez jugadores, Lowe optó por calzarse de nuevo las botas, con 48 años y 226 días. Sólo acertó a decir: “Mejor con once que con diez”.

Su aportación fue más estética y humana que futbolística; quizás allí nació el medio estorbo. Pero jugó los 90 minutos y, recordando sus viejos tiempos en el Tottenham, tuvo el honor de dar a Olivares la asistencia para que marcara el único gol donostiarra de aquel estrambótico partido que terminó con un apabullante 7 a 1.

Ficha del partido

Este episodio, calificado por estudiosos del fútbol como mítico, pero del que existe constancia documental de la época, está reconocido por LaLiga de Fútbol Profesional: “la Real tiene el honor de haber contado en sus filas con el jugador más veterano que jamás pisó un terreno de juego en la Primera División española”; aunque con un error en el cálculo de la edad, porque Horace ‘Harry’ Lowe nació el 10 de agosto de 1886. Un récord prácticamente imbatible. Con 41 años, Joaquín, el jugador del Betis, el más longevo de nuestro tiempo, tendría que jugar ocho años más para superarlo.

Aquella aciaga temporada (1934-35), la Real Sociedad (Donostia, F.C.) sufrió el primer descenso de su historia, al acabar el campeonato en penúltima posición, y Harry Lowe terminó su vinculación con el club.

Tiempo de gestación

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La llegada en 1887 de la reina María Cristina, con objeto de tomar baños de mar, condicionó el futuro turístico de nuestra ciudad, que pronto empezó a mostrar su vocación cosmopolita. El veraneo real, traía consigo a gran número de personajes de la corte y miembros del Gobierno, pero por debajo de aquel San Sebastián mundano y aristócrata, que tan poco gustaba a Pío Baroja, latía una ciudad al ritmo de su tiempo.

Tirando del hilo de Ariadna tendido por la prensa de la época, sabemos que desde que el foot-ball dejó de ser cosa de ingleses se jugaba en Donostia.

se puede leer en La Unión Vascongada del 27 de agosto de 1898, y, con solo unos días de diferencia, que los señores Lequerica, Mazpule, Silva, Castroviejo, Lafitte, Zaldo, Urruela y otros entusiastas aficionados habían creado una sociedad con objeto de jugar al foot-ball.

La Voz de Gupúzcoa del 9 de agosto de 1902, se hace eco de que distinguidos jóvenes de San Sebastián habían constituido una sociedad para jugar al foot-ball association. Los goals (porterías) se habían encargado a Madrid y los balones y equipos a Londres.

En la misma columna se informa que la tarde anterior algunos sportmen se habían entrenado en el Velódromo de Atocha, sitio escogido, además de la explanada de Ondarreta, para jugar a este deporte.

El primer club donostiarra del que tenemos constancia es el Vasconia Foot-ball Club, que en la primavera de 1903 concita la expectación de los aficionados donostiarras.

Tanto La Voz de Guipúzcoa como La Unión Vascongada publican sendas crónicas del partido disputado en el Velódromo de Atocha el domingo 15 de marzo de 1903 entre el Vasconia y el “Irunés” (probablemente el Irún Football Club, fundado en 1902).

“A las cuatro en punto de la tarde se echó cara y cruz, para la elección del terreno, tocándole en suerte al equipo de Irún. Se dispuso que el partido durara hora y media, dividido en dos secciones de á 45 minutos. En la primera sección, el equipo de San Sebastián hizo un goal después de una lucha titánica. En la segunda sección, los dos bandos defendiéronse con mucha tenacidad, no logrando hacer ningún goal. Ambos bandos se distinguieron mucho, especialmente el de San Sebastián por su habilidad y conocimiento del juego, y los de Irún en su poder y destreza.

El equipo de esta ciudad estaba constituido por los señores siguientes:

Goalkeeper (portero), Insausti; Back de la derecha, Mugartegui; Back de la izquierda, Artola (defensas); Half back de la derecha, Larret; Center Half, Antonio Albizu; Half back de la izquierda, Pablo Martínez (medios); Forwards de la derecha, Desbruéres (capitán) y Sena; Forwards de la izquierda, Gil y Del Valle; y Center fordward, Aurrecoechea (delanteros).

Después de reñidísima lucha, quedó vencedor el equipo Vasconia, de esta localidad, con un goal que consiguió apuntarse… causando las jugadas de los teams indescriptible entusiasmo en la concurrencia”.

En esta alineación ya hay jugadores que seguirán apareciendo en las siguientes etapas del periodo de gestación y en la Real Sociedad, como dijimos al hablar de su nacimiento.

Tres semanas después, el 5 de abril, los jugadores del Vasconia superan un nuevo reto con nota, al derrotar, sobre la pelouse del Country Club de Biarritz, al Biarritz Stade por un contundente 3 a 7.

La vida del Vasconia Foot-ball Club es efímera. No va más allá de lo que hemos visto. Pero las iniciativas no cesan y lleva tiempo gestándose algo mucho más grande, que será un antecedente importante en la historia de la Real Sociedad.

En El Pueblo Vasco del 18 de octubre de 1903, Gil Baré, abrumado por el mal tiempo, reflexiona sobre el momento que vive el deporte en la ciudad, en su columna “Sport”.

“Yo recuerdo que el invierno pasado [1902] recibí una circular en la que se me convocaba á una reunión que tenía por objeto organizar en San Sebastián una sociedad cuyo único fin era el fomento de todo género de sports. Recuerdo también que se celebraron dos ó tres reuniones á las que asistí, que se nombró una junta directiva, y comisiones para los diversos ramos de que iba á constar la sociedad; en fin, que reinó un entusiasmo entre aquella numerosa juventud que acudía puntualmente á las sesiones, que por un momento me hizo creer que de allí iba á salir mucho bueno. Tanto es así que ya se hablaba de emitir acciones, de comprar terrenos donde tendrían lugar todos los sports conocidos… y qué sé yo cuantas cosas más”.

Gil Baré se lamenta del tiempo transcurrido sin noticia alguna “de una idea que con tanto calor se tomó al principio” y termina su columna preguntándose: “¿Qué se hicieron aquellas personalidades que prometían subvencionar espléndidamente á la naciente sociedad y aquella falanje de animosos jóvenes iniciadores de grandes empresas? ¿Sería todo aquello fantasía pura, proyectos que nacieron sin vida? ¿Desmayaron ya los directores de la gran idea?, ó por el contrario, ¿la cosa no está olvidada y va á realizarse? Tienen la palabra los iniciadores de la “Sociedad del fomento del sport en San Sebastián”.

Txuriurdinak vs. blanquiazules

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La camiseta actúa como un símbolo que aglutina a todos aquellos que la llevan o que, sin llevarla, la sienten como propia, y los define como miembros de un mismo grupo, aseguran Albert Juncá y Eduard Inglés. Contribuye a formar lo que Benedict Anderson denominó “comunidades de sentimiento”. Sin embargo, cuando los colores de los dos equipos coinciden suele ocasionar complicaciones al comienzo de los partidos.

En este sentido, la crónica de los duelos ligueros entre la Real Sociedad y el Espanyol, próximo a disputarse el número 149 de su particular historia, tiene dos anécdotas curiosas, que en realidad son la misma, pero de ida y vuelta, solo que con casi medio siglo de diferencia entre ambas. Dos incidencias que hacen que dos de esos encuentros estén entre los más peculiares de la historia del club.

En la foto que abre esta entrada, vemos al equipo del Español, que así se llamaba entonces, antes de empezar el partido que jugó en Atotxa el 6-04-1952. Si nos fijamos en las camisetas, veremos que todos los jugadores, menos el portero, tienen el escudo de la Real. El navarro Daniel Zariquiegui Izco, árbitro del encuentro, no permitió a los periquitos vestir su indumentaria habitual y tuvieron que jugar con camisetas de la Real.

Fue una tarde lluviosa y de escaso fútbol. El campo se llenó, porque la Real necesitaba ganar el encuentro para asegurar la permanencia antes de finalizar la temporada 1951-52. Y lo consiguió, con un 3-0.

Ficha del partido

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Aunque, seguramente, nadie se acordaba de lo sucedido en Atotxa aquella tarde lluviosa de 1952, casi medio siglo después, el 1-10-2000, se jugaba el partido de vuelta. Para evitar problemas por los colores de las camisetas, la Real se presentó en Montjuic con su segunda equipación, de un color gris oscuro con detalles blancos. En esta ocasión fue el árbitro del colegio andaluz, Luis Medina Cantalejo, actual presidente del Comité Técnico de Árbitros, quien consideró que seguía pareciéndose mucho al clásico uniforme blanquiazul del Espanyol.

Inhabilitadas las dos equipaciones de la Real Sociedad, la solución pasaba por que los jugadores del Espanyol vistieran con su segunda, algo que el club perico se negó a hacer en su estadio. Finalmente, se optó por uniformar a los donostiarras con la segunda equipación usada por el Espanyol la temporada anterior.

Así, vemos en la foto a los jugadores de la Real, menos al portero, Asper, luciendo una camiseta roja con el escudo del Espanyol, junto a la tradicional publicidad de Conservas Dani, que durante tantos años patrocinó al club.

Otra vez dos equipos en el campo compartiendo escudo, esta vez el del Espanyol.

Ficha del partido

Y para que el revival fuera completo, también apareció la lluvia, esta vez de manera torrencial. Una fuerte tromba de agua, de más de media hora, inundó el césped y Medina Cantalejo suspendió el partido antes de iniciarse la segunda parte.

La Real controlaba el encuentro, tanto en el luminoso como en el terreno de juego, pero sus opciones de lograr los primeros tres puntos de la temporada 2000-2001 quedaban en el aire.

Cuando se reanudó el partido, el 18 de octubre, Javier Clemente hizo tres cambios en la alineación. Salieron del once titular Corino, Khokhlov y Jankauskas, entraron Gurrutxaga, Igor Jauregi y Miguel Fuentes y la Real supo mantener el resultado.

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¿Y con qué camiseta jugaron la reanudación? Con una tercera equipación que diseñó Astore para la ocasión. Una elástica que, aunque los fabricantes aseguraron que era verde, todos la veían azul.

Para concluir esta peculiar relación entre la Real Sociedad y el Espanyol, podemos decir que Amiano, Zubillaga, Moha, Diego Reyes y Tamudo han vestido la camiseta de ambos equipos, cuando cada equipo era el suyo; y que 24 jugadores de ambos equipos han jugado con la camiseta y el escudo del equipo contrario.