Resultado de la comparativa de la clasificación liguera de ambos equipos, puntos conseguidos y temporadas en puestos de competición europea, en los últimos 5, 10 y 20 últimos años, incluida la recién finalizada 2022-23.
La Real sigue mejorando su cotización
Los clubes de LaLiga alcanzan su mayor valor de la historia. Así se desprende de la tercera edición del informe LaLiga Stock Market, elaborado por 2Playbook y 4-Football.
El estudio es el único del mercado que, además del rendimiento económico, incluye otro centenar de parámetros en torno a las dimensiones deportivas, comunidad online y física, transformación digital e impacto social, y que, por lo tanto, no mide sólo el actual estado de cada equipo, sino que se anticipa el potencial de revalorización de cada uno de ellos, en función de cuestiones como la cantera, la diversificación polideportiva, el tamaño de su mercado local y su posicionamiento como marca en las redes sociales.
Uno de los indicadores más importantes de este informe es el aumento del valor medio de los clubes. Excluidos Real Madrid, Barça y Atlético de Madrid, los únicos milmillonarios, el precio de mercado promedio en Primera ya asciende a 174,5 millones de euros, frente a los 158,1 de 2021.
La mejora de valor es generalizada, sin embargo, hay algunas excepciones notables. El valor del Valencia, C.F. retrocede un 34%, hasta 280 millones de euros, después de dos años en los que su intermitente presencia en competiciones europeas y su actividad en materia de fichajes aumentaba su cotización. Algo similar sucede con el Athletic Club, que retrocede un 40%, hasta los 265 millones de euros, por esa ausencia en torneos UEFA, el consumo del grueso de reservas acumuladas antes de la pandemia y un escaso nivel de internacionalización de la marca. El Getafe, C.F., también se deja un 20% y se sitúa en 77,4 millones de euros.
La Real sigue encaramada en la ola de mejora y ha incrementado su valor un 12%, hasta los 277 millones de euros, en una línea de crecimiento constante que se traduce en 45 millones, un 20%, en relación a su valor en 2020-21.
‘Dale Cavese’
Después de los abrazos habituales, la celebración de los goles de la Real se ha convertido en un ritual. La ceremonia comienza colocándonos de espaldas al campo, con los brazos sobre los hombros de los compañeros de fatigas, y, dando pequeños saltos, cantamos: Lo lo lo lo, lo lo lo, lo lo looo; lo lo lo lo, lo lo lo, lo looo… así hasta que termina la estrofa. La segunda, con la misma letra y música, ya se canta mirando al campo.
Dicen que la melodía de este cántico está inspirada en la canción Moliendo café, compuesta en 1958 por el músico venezolano José Manzo Perroni e interpretada por su sobrino Hugo Blanco Manzo. Pero, a decir verdad, la nuestra debe ser una versión libre, porque se le parece bien poco.
Lo cierto es que ha causado sensación y son varios los amigos y conocidos que me han preguntado por la celebración de los goles en Anoeta. Es el ‘Dale Cavese’, les digo. ¿El ‘Dale Cavese’? Sí, sí. Y se les encoge el oído.
Este cántico tiene su pequeña historia. Para conocer su origen tenemos que viajar hasta Cava de’ Tirreni, una pequeña ciudad del sur de Italia, perteneciente a la región de la Campania, muy cerca de Salerno. Allí juega el Cavese 1919, un modesto equipo que milita en la Serie D, la cuarta división italiana.
El año de su ascenso a la Serie C1 (2005-2006), en el centro de la defensa biancoblú se erigió un jugador que conectaba el campo con la grada. Una simpatía que terminó siendo una relación de amor con el joven Catello Mari, que dedicaba los goles a la Curva Sud del Stadio Simonetta Lamberti. Goles que ayudaron al ascenso de categoría en una temporada de ensueño, con el defensa como claro protagonista del éxito.
El 15 de abril de 2006, tras ganar al Sassuolo 2-1, el Cavese lograba el ascenso. Todos prolongaron la fiesta aquella noche. Todos menos Catello Mari, que prefirió marcharse a casa después de semejante gesta, por lo cansado que había terminado el partido. Pero Catello nunca llegó a casa. Un accidente de tráfico segó su vida y su prometedora carrera y las calles de Cava de’ Tirreni cambiaron el biancoblú por el negro.
La ciudad entera permaneció de luto varios días y despidió a su ídolo como merecía. Con el afán de recordarle en cada partido, los tiffosi más animosos de la Cavese decidieron renombrar la Curva Sud como Curva Catello Mari y adaptar la canción de Hugo Blanco, Moliendo café, gran éxito de los sesenta, en memoria del leone.
Al cántico le pusieron el nombre de ‘Dale Cavese’ y gracias a un vídeo, que se hizo viral, de su afición saltando todos juntos, la Unione Sportiva Dilettantistica Cavese 1919 se dio a conocer en el mundo entero, logrando que muchas aficiones, como la nuestra, fueran moliendo café al ritmo de la batuta de Catello Mari.
Un buen día, tras la remodelación del estadio, llegó el ‘Dale Cavese’ al Reale Arena. Una parte de la Grada Aitor Zabaleta se puso a saltar de espaldas al campo después de que la Real hiciera un gol. Poco a poco, el ritual se fue extendiendo por los aledaños y ya ha sido adoptado por todos los aficionados. Quizá, lo que hace la celebración más vistosa y original es iniciar el cántico de espaldas al campo, pero no cabe duda que su origen está en Cava de’ Tirreni.
¿Se diluye el factor campo?
Como en los viejos tiempos de Atotxa, el Reale Arena de hoy ha vuelto a ser una caldera, una olla a presión, en cada partido.
La remodelación del estadio, con la eliminación de las pistas de atletismo, la ampliación del aforo, la creación de la grada de animación Aitor Zabaleta, el juego del equipo, la posición en la tabla y la expectativa de jugar en Europa, son factores desencadenantes de esta recuperación.
Hay cola para hacerse con una txartela de socio y la asistencia al estadio crece cada año. Tenemos una media de 32.179 aficionados que acuden al campo cada jornada, y se baten récords en partidos señalados.
Siempre se ha considerado el factor campo como un elemento que tiene gran influencia en el resultado final de un partido, por lo que esta nueva situación podría hacernos pensar que lo refuerza. Sin embargo, la comparación de los resultados conseguidos antes y después de la remodelación parecen desmentirlo.
La Real, ha sumado hasta hoy 61 puntos de 99 posibles en 33 partidos de Liga y ocupa el cuarto puesto de la clasificación, que da acceso a la Champions League, a solo cinco partidos del final de la temporada.
Pero, de los 61 puntos, la Real ha conseguido 31 en el Reale Arena y 30 cuando ha jugado como visitante. Ha ganado los mismos partidos, tanto en casa como fuera: 9 como local y otros 9 como visitante; y si en Anoeta ha metido 21 goles, fuera ha conseguido 22. En la clasificación como local baja al 6º puesto y mantiene el 4º fuera de casa.
El nuevo Reale Arena se estrenó el 14 de septiembre de 2019 y comparando los resultados de esta temporada con los de la temporada anterior a la remodelación (2018-19), es decir, con los de un estadio con pistas de atletismo, 10.000 espectadores menos en la grada de Anoeta y sin grada de animación, vemos que el porcentaje de puntos conseguidos en casa se ha reducido en 3,2 puntos, del 54% de entonces, al 50,8% de hoy. Los mismos que han crecido los conseguidos fuera.
Remontándonos solo doce años, hasta la temporada 2010-11, la de la vuelta a primera, las diferencias todavía son más importantes, porque en casa se consiguieron 35 puntos, el 77,8% del total; y fuera 10, el 22,2%. Comparando los datos de hoy con los de entonces, el porcentaje de puntos conseguidos como local se ha reducido en 27. La diferencia entre los resultados de casa y fuera fue de 55,6 puntos porcentuales y en la presente temporada es de 1,6.
También ha bajado el acierto realizador. El promedio de goles por partido en casa era en aquellos años con pistas, de 1,42, en 2010-11; 1,52, en 2011-12; 2,16, en 2012-13; 2, en 2013-14; y en la caldera de esta temporada de Champions, 1,31. La diferencia de goles a favor y en contra de esta temporada es de +8 goles en casa y fuera de +6. En la temporada 2010-11, fue de +6 como local y -23 como visitante.
La tendencia general marca un descenso de puntos como equipo local y, por lo tanto, un acenso de los puntos conseguidos fuera de casa.
Valoro, muy positivamente, los cambios realizados que disfrutamos en cada encuentro. Pero igual estamos asistiendo a un cambio de paradigma. Los resultados que marcan la diferencia, son los conseguidos como visitante.
La nevera de Bertoni
Amaños del Madrid que costaron una liga a la Real Sociedad
Con el caso Negreira al pil pil, salpicando a los árbitros, quién se acuerda de los amaños de partidos entre directivos y jugadores.
Ocurrió en Sevilla, en la jornada 33, penúltima del campeonato de Liga de 1979-80. La Real se presentaba invicta en el Sánchez-Pizjuán, con 32 encuentros sin conocer la derrota (18 victorias y 14 empates) –38 contando desde el final de la campaña anterior–. Líder, con 50 puntos, uno más que el Real Madrid, al que además ganaba el goal average (4-0 en Atotxa y 2-2 en Madrid). Un empate en el campo del Sevilla, que no se jugaba nada deportivamente, le bastaba al equipo para depender de sí mismo en el último encuentro que debía disputar en Atotxa contra el Atlético de Madrid.
Una sola jornada separaría al equipo donostiarra de hacer historia: poder terminar la temporada sin perder un solo partido y, sobre todo, conseguir el título de Liga, algo impensable para un equipo modesto y formado exclusivamente por jugadores de casa. Un título de Liga que, efectivamente, sería el primero de su historia.
Durante la semana se habló mucho de primas a terceros. Como recuerda Alfredo Relaño, ya dos meses antes, el Betis había empatado en Atotxa y Benítez, jugador verdiblanco, confirmó en sede federativa que tenían prima del Madrid. “Llegó a decirse que fueron Pirri y su esposa, Sonia Bruno, quienes entregaron el dinero, hecho que nunca se confirmó.”
A nadie le pasó desapercibido que el entrenador del Sevilla era Miguel Muñoz, hombre con muchos años en el Madrid, y tanto el presidente blanco, De Carlos, como el entrenador, Vujadin Boskov, habían comentado durante la semana que no veían mal los estímulos a terceros. Lo que ambos tuvieron que rectificar. Toda la prensa y, en particular, el programa de radio de José María García, se ocupó intensamente del asunto.
El aficionado sevillista estaba harto de ver a su club manoseado en los medios por un pleito que le era ajeno. A las seis de la tarde, cuando empezó el partido, el campo estaba prácticamente lleno y la afición, entre expectante y enfadada. La Real fue recibida con una gran ovación. Su aventura de David contra Goliat le otorgaba muchas más simpatías que al Madrid. El partido empezó con un clamor: “¡García, atiende, el Sevilla no se vende!”
A la Real le faltaban Górriz y López Ufarte, uno de sus jugadores clave, hospitalizado por un cólico nefrítico. Al Sevilla, el portero, Paco, al que sustituyó el debutante Valero, y Scotta, el artillero argentino. Arbitró el madrileño Soriano Aladrén.
El Sevilla salió volcado desde el principio y su insistencia obtuvo premio con un gol en el minuto 30: lanzamiento de Montero a Juan Carlos, centro de éste y llegada de Bertoni, cuyo remate a bocajarro rechaza Arconada; pero él mismo recoge el rechace y marca. Al descanso, el Madrid pierde en Las Palmas 1-0.
Nada cambia en la continuación: el Sevilla aprieta y la Real espera. Llega la noticia del empate del Madrid. La Real se mueve y en el 65’ empata también: pase largo de Gajate al área, donde Satrústegui baja de cabeza a Zamora, que fusila. El linier levanta el banderín porque interpreta que cuando Zamora remata, Satrústegui está en fuera de juego posicional. Para Relaño, que asistió al partido y escribió la crónica del mismo, “no influía en la atención de Valero. Lo mismo estimó Soriano Aladrén y señaló el centro del campo. Pero los sevillistas se agarraron al banderazo y la protesta fue masiva y descomunal. Soriano expulsó a Blanco y Juan Carlos. Tan airadamente expresaron su enfado, que recibieron dos tarjetas amarillas cada uno. Años después, Blanco, técnico de cantera en el Sevilla, bromea:
– Estábamos muy motivados.
– ¿Motivados o con prima del Madrid?
– Je, je… Motivados.
El partido sigue, con empate a uno, y ahora con nueve contra once. Cuando termina la bronca, se sabe que el Madrid ya gana 1-2 en Las Palmas, lo que empujó a la Real a cuidar un empate que le valía. Eso, más las expulsiones, le crearon súbitamente una atmósfera muy contraria. El mismo público que le había recibido con una gran ovación, se volcó con su equipo tras las expulsiones; abucheaba ahora sus despejes, se indignaba con las cesiones a Arconada, se enardecía con las entradas duras de los suyos, aplaudía sus llegadas, que levantaban a la gente de sus asientos.
En el minuto 83’, un enésimo pase atrás, éste de Gaztelu, lo adivina Bertoni que quiebra a Kortabarria y clava un tirazo raso junto al palo. Es el 2-1. La Real ya no pudo reaccionar y así acabó su racha de 38 partidos invicta, y así se esfumó la Liga.
Ficha del partido
Desde Argentina, Bertoni recuerda con simpatía aquello. “Lo sentí por ellos, eran un equipazo. Pero siempre te excita ganar al líder, y más si está invicto. Sé que aún me recuerdan… “. No admite que recibiese prima, pero sí “un regalo del Madrid” que no precisa.
EL PAÍS, el 21 de junio de 1980, lo concreta con el siguiente titular: Los jugadores del Sevilla cobraron 4.500.000 pesetas por ganar a la Real Sociedad. El Comité de Competición, ocho días después de que se hubiera disputado el encuentro, citó a declarar, en la Federación española, a los jugadores sevillistas Bertoni y Blanco, éste como capitán. Bertoni ya conocía las condiciones y características de la prima prometida, así como quién le entregaría el dinero. Pero el jugador argentino silenció ante el Comité de Competición los detalles para el esclarecimiento del asunto y se limitó a contar únicamente los comentarios que en esas fechas aparecieron en los medios informativos.
Poco después, el Comité de Competición de la Federación Española sancionó al Real Madrid con 2.600.000 pesetas por primar a terceros, después de comprobar que los jugadores del Betis, mediada la segunda vuelta de la Liga, recibieron 75.000 pesetas cada uno por empatar en Atotxa el 16 de marzo, en la jornada 25. Benítez y Bizcocho lo reconocieron ante el Comité. El dinero fue entregado al capitán bético Benítez, que también fue sancionado por aceptar el dinero, entregado en el aeropuerto de Barajas por un señor de edad y una joven señora, que se aseguró eran el padre y la esposa de un ex jugador madridista.
Como sostiene EL PAÍS, el 6 de enero de 1983, “el Real Madrid, al recurrir a primar a terceros para ganar la Liga, protagonizó uno de los affaires más vergonzosos de su historia”. Sin embargo, “el Comité de Competición no sancionó la prima recibida por los jugadores del Sevilla por falta de pruebas, que posteriormente se descubrieron”.
Bastantes años más tarde, el 7 de diciembre de 2002, el sevillista Bertoni confirmaba en una entrevista concedida al periodista de Marca Daniel Pinilla, lo que hasta aquel momento había sido un secreto a voces: los jugadores del Sevilla habían jugado aquel partido dopados económicamente. El “regalo del Madrid”, consistió, efectivamente, en 4.500.000 pesetas, repartidas por Bertoni, antes de marcharse a Italia, a razón de 300.000 pesetas para cada uno de los quince jugadores convocados, los once titulares y los cuatro suplentes. Luego cada premiado apartó 10.000 pesetas para el masajista y el utillero, que salieron a 75.000 pesetas por cabeza. El entrenador del Sevilla, Miguel Muñoz, se negó a aceptar una sola peseta de aquel dinero.
Francisco Pérez, Yiyi, su compañero en el ataque bético, aquel fatídico 11 de mayo de 1980, confirmó a ABC, en una entrevista en 2007, que Bertoni tenía la prima del Madrid; y que la guardada en su frigorífico:
– “Me acuerdo el día que fuimos a buscar el dinero. Íbamos en el coche Montero, Valerita… Sólo subí yo.
– ¿Adónde?
– A casa de Bertoni. El dinero lo tenía él, estaba todo preparadito, en papel de platina, en fajitos. ¿Sabe dónde lo había guardado? ¡En el frigorífico! Yo se lo dije, “pero Daniel, hombre, ¿cómo has podido meter el dinero ahí?”. Me dijo que en ese lugar no miraba nadie. El dinero estaba fresquito, pero nos lo llevamos calentito.
En la última jornada, el Real Madrid ganó 3-1 al Athletic Club, y la Real hizo lo propio, con un 2-0 ante el Atlético de Madrid en Atotxa; victoria que no servía para impedir que la Liga se vistiera de blanco por un punto de diferencia.
Así, así ganó el Madrid, aquella Liga.
El año siguiente, Bertoni fichó por la Fiorentina. Cuando la Real ganó su primera Liga, recibió un mensaje: “Me llamaron los periodistas de Sevilla para decirme que la Real había salido campeón y que varios jugadores dijeron que me dedicaban el título a mí, a Daniel Bertoni.” El que guardaba la pasta en la nevera.
Esnaola-Iribar, duelo de titanes
Con 16 años, José Ramón Esnaola Larburu (Andoain, 30-06-1946), ya formaba parte de la selección juvenil de Gipuzkoa y del equipo de su localidad natal, la S.D. Euskalduna.
En 1965, con 19, ficha por la Real Sociedad, como suplente de Adolfo Arriaga. Esnaola jugó 17 partidos esa temporada, a las órdenes del entrenador Galarraga. La siguiente la pasa en blanco por estar cumpliendo el servicio militar en los cuarteles de Loyola.
Cuando se reincorpora, en la temporada 1967-68, Jesús Mari Zubiarrain es el meta titular, hasta que una lesión le aparta del equipo. Fue el 31 de diciembre de 1967, frente al Elche, cuando Esnaola le sustituye para convertirse en una de las revelaciones de la temporada. El equipo donostiarra vence ese día con facilidad por 5 a 0. Su brillante actuación fue refrendada una semana después en Barcelona, donde consiguió dejar su portería a cero con una actuación que Marca calificó de sobresaliente, arrancando la Real un valioso punto del Camp Nou.
Unos meses después, en marzo, cae lesionado en un partido contra su futuro equipo, el Betis. Un choque con Jesús Irízar le produjo una fractura del maléolo tibial y la temporada se acabó para él. Durante su convalecencia el Atlético de Madrid se interesó por su fichaje y llegó a firmar con los colchoneros, pero finalmente desecharon su contratación por no superar el reconocimiento médico y en su lugar ficharon a Zubiarrain.
Esnaola quedó ya como dueño absoluto de la portería realista durante las siguientes cinco temporadas, en las que lo jugó prácticamente todo y se convirtió en uno de los guardametas mejor valorados del fútbol español. Era un portero ágil, intuitivo, que compensaba su déficit de altura con un potentísimo tren inferior y que desbordaba tranquilidad y serenidad bajo los palos. Su flema británica era tal, que sus compañeros de equipo le apodaron “el inglés”.
Todavía tenía 26 años, pero la cantera venía pegando fuerte y el club contaba con varios jóvenes porteros de gran proyección a los que Esnaola iba a bloquear en su progresión. En el verano de 1973, la Real le propuso su traspaso al Betis, entonces en Segunda División. Bajar de categoría le creó un mar de dudas, pero finalmente aceptó. La marcha fue su último acto de servicio al club:
“Estaba de vacaciones cuando se produjo el traspaso. La Real es el mejor club del mundo. Llevo ocho temporadas en la Real, el Betis está en Segunda, si no quería, no me iba, pero era una oportunidad para mí de mejorar las condiciones económicas y fue un mutuo acuerdo entre ambos clubes. Mi conciencia está tranquila, porque en los ocho años que he estado en la Real, he dado todo lo que llevaba dentro.”
Efectivamente, Esnaola mejoraba sus condiciones económicas, y la Real ingresaba doce millones de pesetas, que en aquel tiempo era mucho dinero. Pero, como se pretendía, con la marcha de “el inglés” también resultaron beneficiados Artola, Urruti y Arconada. El club se mostró tan agradecido que el presidente, José Luis Orbegozo, le impuso la Insignia de Oro y Brillantes, a pesar de no haber jugado diez temporadas en el club.
Tras disputar 207 partidos oficiales con la Real Sociedad, Esnaola iniciaba una nueva etapa en el Real Betis Balompié.
*****
En 1977, el Athletic y el Betis llegaron a la final de Copa, que volvió a llamarse Copa del Rey, después de tantos años siendo la Copa del Generalísimo. Fue una final de las épicas, que se resolvió en una infinita tanda de penaltis, con un duelo legendario, como los de los viejos pistoleros, entre Esnaola e Iribar, sobre el césped del Vicente Calderón. Sucedió la noche del sábado 25 de junio de 1977, cuando España bullía en los albores de la Transición.
El Athletic era el favorito. José Ángel Iribar capitaneaba un equipo que había sido tercero en la Liga y finalista de la Copa de la UEFA, que se le escapó por muy poco ante la fabulosa Juventus de aquellos años. Por su parte, el Betis había acabado quinto el campeonato de Liga, aunque a solo dos puntos del Athletic.
Los vizcainos siempre fueron un paso por delante de los béticos, pero la perseverancia verdiblanca hizo que nunca se quedaran atrás. En el minuto 14’ se adelantó el Athletic. Txetxu Rojo lanza un córner, Dani remata, Esnaola rechaza y Carlos remacha: 1-0. En el 45’, Cardeñosa lanza al palo un golpe franco contra el Athletic, hacia donde ha volado Iribar, el rebote lo recoge López y marca a puerta vacía: 1-1. El forcejeo de la segunda parte, termina sin goles. Hay prórroga. En el 97’, Benítez cede un balón atrás sin advertir que Dani andaba por allí, y el astuto extremo bilbaino lo recoge y marca con facilidad: 2-1. En el 116’, a cuatro minutos del final, se produce una falta junto al área del Athletic; lanza Cardeñosa y López, en el segundo palo, cabecea a gol: 2-2. Hay que ir a la tanda de penaltis. Un cúmulo de emociones fuertes, taquicardias y rasgos de grandeza espera a jugadores y aficionados.
Empieza tirando el Betis y van marcando alternativamente García Soriano-Guisasola, Del Pozo-Churruca, López-Escalza y Biosca-Irureta. 4-4. Queda el quinto lanzamiento, para el que los entrenadores han reservado a los mejores especialistas de ambos equipos desde los once metros: Cardeñosa y Dani. El bético engaña a Iribar, pero el toque de su sedosa zurda se marcha fuera. El Betis está perdido. Dani, especialista no solo del Athletic sino también de la Selección, tiene la final en su bota. Pero Esnaola lo tenía claro: “A lo largo de la semana pensé que Dani cambiaría su forma de rematar, porque nos conocíamos bien. Él solía hacer la parandinha y después lanzaba a la izquierda. Yo le aguanté al máximo, y él, efectivamente, cambió el tiro: lanzó a la derecha, y lo paré”. Esnaola había salvado ese primer ‘match ball’.
Hay que seguir. Ahora, con lanzamientos alternos hasta que un equipo coja ventaja, la muerte súbita. Se adelanta Sabaté… y gol. Tira Amorrortu… y gol. 5-5. Corresponde el turno a Alabanda, y para Iribar. El Betis está otra vez con la soga al cuello. Si marca el Athletic, todo habrá acabado. El turno es para Angel María Villar, tira… ¡y para Esnaola! ¡Otra vez jolgorio en el lado bético! En el siguiente llega la sorpresa; el lanzador bético es su guardameta. A Esnaola nunca le gustó tirar penaltis, pero entre los jugadores que quedaban sin tirar había gente muy tocada en lo físico o sin confianza. ¡Esnaola frente a Iribar! Los dos guipuzcoanos frente a frente. El Txopo era el ídolo de Esnaola; le tenía un respeto reverencial. Y el bético había sido suplente del mito del Athletic seis años antes, en la que fue su única convocatoria con la selección, en Cagliari ante Italia.
A pesar de todo, aquella noche, en el Calderón, Esnaola tiró de concentración. Con una naturalidad más propia de un avezado experto en penaltis, golpea con el interior de su pie derecho al palo izquierdo de Iribar, que se tira hacia el otro lado… ¡y gol! La foto que abre esta entrada capta a los dos porteros cruzando un apretón de manos tras el disparo. “Lo siento”, dijo en ese momento Esnaola, mirando a los ojos al Txopo. Un gesto de respeto eterno. Luego, se queda bajo los palos, dispuesto a hacer prevalecer la ventaja que ha dado a su equipo, pero Alexanco marca, restableciendo el empate. 6-6.
Esnaola recuerda que Iribar “no paraba de hablar con sus compañeros tras cada penalti”. Iribar recuerda que “trataba de animarles y darles confianza. Y también advertirles de que tras tantos lanzamientos el punto de penalti estaba en mal estado, se levantaba, tenía pequeños baches. Quería que aseguraran la colocación del balón sobre el césped”.
Hay que seguir. Eulate pone toda la presión sobre el Athletic transformando la decimoséptima pena máxima. Fue entonces cuando Esnaola creyó tocar el cielo al estirarse y desviar hacia su izquierda el zurdazo de Txetxu Rojo. ¡El Betis campeón! El delirio invade a los jugadores béticos celebrando el título… pero el árbitro García Carrión ha anulado el penalti, porque aprecia que el portero se ha movido justo antes del disparo y ordena la repetición del lanzamiento.
Las protestas y discusiones con el árbitro disparan la tensión sobre el césped y en la zona de banquillos hay jugadores rotos por el esfuerzo y la tensión. Sólo los dos técnicos, Rafa Iriondo, leyenda del Athletic, y Koldo Aguirre, aparentan mantener un mínimo de calma. La nueva descarga de adrenalina finaliza con el gol de Rojo en la repetición de la pena máxima. 7-7.
Así que hay que seguir. Son ya diecinueve penaltis, contando los dos de Rojo, y la tanda sigue igualada. Con los nervios desbocados ya casi nadie se atreve a tirar. Se ofrece Bizcocho, un fogoso lateral que nunca había ejecutado un penalti, y bate a Iribar, que roza la pelota con los guantes. Al capitán y leyenda del Athletic tampoco le gustaba tirar penaltis. “Creo que había tirado uno en mi vida”, recuerda Iribar. Pero asumió la responsabilidad. El Txopo recoge así el guante que le había lanzado Esnaola un rato antes, un rato que parecía ya una eternidad. Ahora, ¡Iribar frente a Esnaola! Tira con parandinha, a media altura y a la izquierda de Esnaola, que no cae en el engaño y desvía la pelota para ganar el título y ser de inmediato engullido por una marea verdiblanca que invade la portería. 8-7.
Han pasado las doce de la noche; ya es domingo. Tres horas y veinte minutos después del pitido inicial, el Betis es campeón de Copa por primera vez en su historia.
Después de parar tres penaltis, más un cuarto invalidado por el árbitro, Esnaola puso el broche de oro a su actuación marcando el definitivo a Iribar, para pasar a la historia. El sencillo guardameta andoaindarra, ya sevillano para siempre, tras ocho años en la Real, completó otros doce en el Betis, donde luego se quedó en el cuadro técnico veintiocho más.
Al aterrizar el equipo en Sevilla, miles de béticos invadieron la pista del aeropuerto. “Cuando logré bajar del avión –recuerda Esnaola–, el autobús que debía llevarnos a la terminal ya se había marchado. Tuve que ir entre los aficionados, que me subieron a hombros. Ese fue mi baño de masas”. Pero ni siquiera en aquel momento de inmensa alegría, saliendo del aeropuerto como un torero, dejó de tener una cierta sensación de tristeza por su ídolo derrotado. La memoria de José Ángel Iribar guarda aquel 25 de junio como “un día muy duro. Uno de los más difíciles que he vivido en mi carrera” y a José Ramón Esnaola, como “un gran amigo”… “pese a aquellos penaltis”.
Primer derbi entre bilbainos y donostiarras
El foot-ball iba calando en tierra vasca como el xirimiri. En marzo de 1905, el Athletic y The Union seguían organizando partidos amistosos con objeto de preparar la disputa de la Copa de ese mismo año, que se había de jugar en Madrid del 16 al 20 del mes siguiente.
Así pues, el día 25, en el expreso de Donosti llegaban a Bilbao, a las tres y media de la tarde, “los distinguidos jóvenes donostiarras” que componían el team del San Sebastián Recreation Club. Varios socios del Athletic y algunos jugadores esperaron a los donostiarras y, después de los saludos y presentaciones, se dirigieron al Hotel Catalina, donde se iban a hospedar los jóvenes sportmen.
La expectación que el partido había despertado era tal que ese mismo día El Noticiero Bilbaino informaba de que dada “la grandísima animación entre los aficionados para asistir al partido San Sebastián-Bilbao […], la empresa del ferrocarril de Bilbao á las Arenas ha acordado que circulen, además del servicio ordinario, dos trenes especiales”. En todos los cafés y paseos no se hablaba de otra cosa. Lo que hizo que, a pesar de lo inseguro del tiempo, el campo de Lamiako estuviera concurridísimo a primera hora de la tarde de aquel 26 de marzo de 1905.
Esta es la crónica del partido, el primer derbi jugado entre bilbainos y donostiarras, tal y como la vivieron, por parte bilbaína, “un delantero”, para El Nervión, y Joaquín de Laffytte, para El Pueblo Vasco, por parte donostiarra.
Así empieza la suya El Nervión: “Reñidísimo resultó el partido jugado ayer en Lamiaco entre los primeros “elevens” del Recreation Club de San Sebastián y el Athletic Club de Bilbao”.
“A las cuatro y cuarto en punto, en presencia de más de 3.000 personas, el inteligente aficionado señor Mutiozabal, que actúa de referee, da á los jugadores la orden de formar”.
“Corresponde la salida á San Sebastián que, con una preciosa combinación, consigue acercarse al gol contrario, siendo rechazados por los defensas. Desde el primer momento pudo apreciarse que los jugadores de San Sebastián se combinaban muy bien, y que el partido había de resultar competidísimo”.
“La lucha durante los primeros diez minutos fue muy movida, y ninguno de los dos bandos parecía estar dispuesto á dejarse dominar. Larrea está á punto de hacer un gol, pero Arsuaga, que se distingue, consigue lanzar la pelota al campo contrario. Sigue la lucha cada vez más interesante, distinguiéndose sobremanera el “medio” Forster [por parte donostiarra], que juega primores y nos recuerda al famoso “rojo” del Burdigala”.
“Los delanteros derechos de San Sebastián se pasan con acierto y consiguen dominar por algún tiempo, pero [“Luisito”] Silva, que está jugando muy bien, detiene el arranque de los donostiarras. Davies hace “driblins” preciosísimos que entusiasman al público y, pasada la pelota, Sota tira un bonito centro sin resultado. Forster, que está en todas partes, anima á sus jugadores con arrancadas de verdadero mérito, que detienen Silva y García, muy bien colocados. Los delanteros bilbainos empiezan á combinarse y, en una de sus arrancadas, Larrea tira la pelota por lo bajo, que vale el primer gol á los bilbainos”.
“Colocada la pelota en el centro, sale San Sebastián, que lejos de desanimarse parece dispuesto á la revancha. Cockran juega muy bien y entrega la pelota a Davies, que “dribla” admirablemente, rematando con un gran “shut” que salva con la cabeza el medio centro Forster, que está oportunísimo. Los de Bilbao dominan en este tiempo y atacan con grandes bríos al gol, armándose en dos ocasiones grandes barullos en la puerta de los de San Sebastián, distinguiéndose Arsuaga en la defensa”.
“El partido sigue reñidísimo y cuando falta poco para terminar el primer tiempo, [Mario] Arana, está á punto de meter con la cabeza el segundo gol que rechaza Calisalvo; [Alejandro] Sota, tira un gran “shut” que pega en el palo del gol y, á los pocos momentos, el referee ordena el descanso”.
“Los comentarios que se hicieron durante este tiempo por los aficionados, fueron animadísimos y todos coincidían en afirmar que el “team” de San Sebastián era muy completo y siendo las fuerzas tan iguales, la segunda parte tenía que resultar competidísima”.
“Formados de nuevo los jugadores, sale Bilbao y á los cinco minutos, en una salida que hace el golkeeper bilbaino, consiguen los de San Sebastián meter el primer gol. Empatados los bandos á un gol, el entusiasmo del público sube de punto y el arranque de los jugadores aumenta por momentos”.
“Larrea, que ha cambiado el puesto en el 2º tiempo, pasando á exterior derecha, lanza un “shut” colosal que rechaza Calisalvo, que está acertadísimo, consiguiendo librarse de las caricias de Dyer, que pretende cargar al golkeeper. Los bilbaínos dominan el partido, pero Arsuaga y Forster se encargan de rechazar sus ataques. Larrea está jugando en el segundo tiempo de un modo colosal, pero los delanteros centros de Bilbao no saben aprovechar sus pasadas. Se anima San Sebastián y consigue atacar en varias ocasiones al gol contrario. Cockran está admirable, jugando lo mismo con la cabeza que con los pies. Larrea, que dribla de un modo magistral, vuelve á acercarse al gol, lanzando un centro que vale cualquier cosa y que rechazan las defensas donostiarras”.
“El partido resulta muy competido y los jugadores están incansables. En una pifia de uno de los defensas bilbainos, uno de los delanteros donostiarras coge la pelota, el referee silva y Acha, dándose por enterado del aviso del referee, deja pasar á la pelota, que lanza el delantero que estaba á “obscit” (en órsay), por lo que el “gol” no es válido”.
“Los bilbainos dominan por completo en la última parte del partido, que es la más animada. Larrea sigue jugando muy bien y corre admirablemente la pelota por toda la línea, terminando con centros que, de haber estado oportunos los delanteros centros del Athletic, hubieran sido “gol” en más de una ocasión”.
“Termina el tiempo, pero como debido á algunos accidentes sin importancia, ocurridos en el curso del partido, se perdieron algunos minutos, el referee, cumpliendo lo que ordena el reglamento del juego, dispone que continúe la lucha, que da por terminada á los pocos momentos”.
Ficha del partido
Al atardecer, en Donosti, multitud de conocidos “sportmen” visitan la redacción de El Pueblo Vasco pidiendo noticias sobre el resultado, que el periódico hace público en la siguiente nota: “A las siete recibimos el siguiente telefonema de nuestro corresponsal sportivo que expresamente marchó á Bilbao con objeto de informarnos: “Resultado del “match” empate á un “goald”. Entusiasmo indescriptible. Magistralmente Forster, Aurrecoechea, Arsuaga, Calisalvo, Minondo y Solana. Banquete ofrecido por el Club Bilbao. 3.000 personas asistieron al “match”. Llegaremos mañana”.
Las conclusiones a las que llegaron ambos periódicos no tienen desperdicio.
Para El Nervión, “el partido de ayer resultó muy superior y es, sin disputa, el mejor que se ha jugado en los campos de Lamiaco, con Sociedades de fuera de Bilbao”.
“Entre los donostiarras, hay jugadores de primera, sobresaliendo Forster, que es el mejor “medio centro” que se ha visto en Lamiaco. Los jugadores bilbainos deben convencerse de que tienen que ensayar mucho, y de que no hay tiempo que perder, pues el campeonato se viene encima”.
“En suma, que el público salió satisfechísimo del partido, y que los donostiarras están en condiciones de poder competir con cualquier Club de España, ya que ayer supieron colocar su pabellón á la altura del de los campeones”.
Para el Pueblo Vasco, “el héroe del día fue el inglés Forster, que jugó admirablemente, siendo ovacionado á cada momento. Todo el mundo reconocía que era el mejor jugador del campo. Le secundó Arsuaga, nuestro simpático “back”, que llamó la atención por su juego limpio y elegante. Entre los dos sostuvieron toda la jugada ayudados por los demás jugadores, que hicieron más de lo que esperábamos. Aurrecoechea, Minondo, Sena y Solana jugaron muy bien; éste último fue el que hizo el “goald”. Calisalvo defendió el “goald” con mucho valor y sangre fría, por lo que fue frecuentemente ovacionado”.
“Del equipo de Bilbao, aunque ya conocido del público por haber luchado con los principales equipos extranjeros y por ostentar el título de campeón de España, haremos especial mención de Larrea, que fue el que más jugó. Admirablemente Cockran, Sota y Acha”.
Aunque, al final, no hubo vencedores, ni vencidos, como dice La Voz de Guipúzcoa, lo cierto es que el empate supo a gloria, a triunfo. El Pueblo Vasco lo pone de manifiesto exclamando: “¡Un triple hurra en honor de nuestros paisanos, cuyo triunfo ha sido colosal! El “Atletic” de Bilbao es la Sociedad de “foot-ball” más vigorosa y mejor constituida de España. Creada hace años, forman parte de ella jugadores verdaderamente temibles… Aún se recuerda entre los aficionados al sport la brillante lucha que sostuvo con los clubs de Barcelona y Madrid para ganar el campeonato de España… Sin embargo, al comenzar su vida, nuestro Club lucha con el coloso Atletic y quedan empatados á un goald… [lo que] supone una lucha terrible y encarnizada. Se conoce que la habilidad y astucia de ambos bandos riñeron largo rato disputándose la victoria que, si bien quedó indecisa, puede atribuírsela el Club donostiarra por las condiciones en que luchaba”.
“Esto mismo han debido reconocerlo sus nobles adversarios, quienes en prueba de admiración y cariñoso homenaje les obsequiaron anoche con un banquete”.
Finaliza su crónica con las copas al aire. “Después del match tuvo lugar el espléndido banquete con que los socios del Athletic obsequiaron á los del S.S.R.C.; reinó la alegría natural de estos casos… [y] al destaparse el champagne se brindó por la prosperidad de ambos Clubs”.
La vuelta no fue menos triunfante: “En todos los pueblos intermedios, numeroso gentío acudía á la estación á ovacionar á los excursionistas, disparándose cohetes y chupinazos”. Al final del viaje, numeroso público acudió también a la estación, “siendo la mayor parte socios del San Sebastián Recreation Club, que aclamaron a los jugadores con gran entusiasmo”, pensando ya en la revancha a jugar en el campo de Ondarreta.
Dedicado a Javier
Equipos más y menos queridos de LaLiga
El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, ha admitido, en una conversación privada, que los equipos que peor le caen son “Villarreal, Sevilla y Valencia, en este orden”.
Todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias y, para conocer el estado de la cuestión, el diario Marca ha realizado una encuesta online, pidiendo al aficionado que puntúe, del 0 al 10, el grado de simpatía o antipatía que le despiertan los diferentes equipos de Primera División.
Las respuestas de más de 300.000 internautas colocan a la Real Sociedad en el pódium de los más queridos. El más valorado es el joaquiniano Betis, ‘manque pierda’; y el Cádiz, obtiene la medalla de plata.
Sorprende que, situando la encuesta a los dos equipos andaluces en cabeza de la tabla, el Sevilla ocupe la penúltima posición.
Mientras la normalización política en Euskadi coloca a la Real y al Athletic entre los cinco más queridos, a diferencia de los recelos de otras épocas, la cuestión catalana hunde al Barça hasta el tercer puesto por la cola, y todavía no se había producido el estallido del affaire Negreira, relegando al modesto Girona al último puesto.
Hay equipos que no producen ni entusiasmo, ni rechazo entre los más futboleros, como el Almería, el Elche o el Mallorca.
Sin embargo, la empatía con los más débiles asciende al Villarreal y al Rayo Vallecano a la quinta y sexta posición respectivamente, en este peculiar ‘simpaticómetro’. Al aficionado le agrada ver a un equipo con menos socios y seguidores que muchos de sus rivales, compitiendo con ellos de tú a tú. El Rayo, que tiene el menor presupuesto de la Liga, es el sexto equipo que mejor cae.
En sentido contrario, el Real Madrid ocupa una discreta décima posición en mitad de la tabla y vemos a Atlético de Madrid, Valencia y Sevilla entre los cinco últimos puestos.
Eduardo Chillida, de gato a poeta del hierro
Caía un ligero xirimiri mientras se remangaba el jersey y flexionaba las rodillas. Al borde del área, una hilera de balones moteaba la negrura del barro. Un ojeador le había visto en el Campeonato de Guipúzcoa, había comentado que apuntaba maneras, y Benito Díaz, el entrenador del equipo, le había convocado para hacer una prueba. Si la superaba, ficharía por el primer equipo de la Real Sociedad.
Aquella tarde, Eduardo Chillida había llegado a Atotxa vestido de calle, con la armadura de portero bajo el brazo, pero cuando se dirigía al vestuario, el tío Benito, le dijo que no se cambiase, que fuera a la portería. “De repente me encontré bajo los palos –recordaba en ABC–, tirándome en el barrizal, mientras varios jugadores disparaban sin parar. Llegué a casa con un aspecto lamentable. Unos días después, Díaz me mandó llamar: “Estás fichado”, me dijo. De esta manera empezó todo”.
El 27 de septiembre de 1942, con 18 años, Chillida debutó como guardameta titular en el primer equipo de la Real Sociedad, un equipo recién descendido a Segunda División, con su padre, Pedro Chillida, recién llegado a la presidencia del club, precisamente, con el objetivo de regresar a Primera. Aquel día también debutaron sus compañeros de equipo Santi y Tellería. Y lo hicieron en Pamplona, con derrota frente a Osasuna por tres a dos.
Durante unos días, Eduardo sintió una extraña frustración que, como una niebla pasajera, se disipó con la victoria por la mínima ante el Constancia en casa. Las dos palizas a Sabadell, ocho a dos, y Ferroviaria, cero a ocho, convirtieron al equipo donostiarra en el más goleador de la Liga de Segunda y le hicieron soñar. El trabajado uno a cero frente al Gerona los colocó líderes, con una ventaja de dos puntos, y llegó la felicidad. Contra el Alavés, terminó imbatido, con un cero a dos. Ante el Terrasa cosecharon otra abultada victoria por siete a uno. La visita de Osasuna a Atotxa se saldó con un sufrido dos a uno y empataron a uno contra el Constancia. Las tres jornadas que Eduardo no jugó, las vivió con más nervios que bajo palos. Volvió para enfrentarse al Alavés y la victoria por cinco a uno les proclamó definitivamente vencedores del segundo grupo y les postuló como uno de los más serios aspirantes al ascenso automático. En la última jornada, consiguieron otra victoria por dos a cuatro contra el Terrasa.
Eduardo Chillida Juantegui (Donostia, 1924-2002) era un portero de extraordinarios reflejos, ágil y rápido, que enseguida fue apodado ‘el gato’ por los periodistas de la época. Le fascinaba el lenguaje geométrico del fútbol: rectángulo de juego, círculo central, línea de banda, saque de esquina, palo corto, palo largo, semicírculo del área, esférico… “La portería –decía– es el lugar tridimensional del campo, es donde ocurren todos los fenómenos complejos del fútbol, cosas que tienen que ver con la geometría: por ejemplo, cuando un portero sale a buscar al delantero, está reduciendo el tamaño de la portería”. Tenía pues una visión excepcional del fútbol.
Acabaron la Liga con la mayor ventaja al subcampeón de todos los grupos de Segunda, y el ascenso a Primera estaba más cerca. Las banderas blanquiazules pintaban los balcones de Donosti. Incluso su mujer, Pilar Belzunce, que desdeñaba el fúlbol, acabó sabiéndose la melodía de la alineación: Chillida, Patri, Tellería, Izaga, Santi, Urbieta, Pérez, Bidegain, Unamuno, Ontoria y Pedrín. En la fase de promoción, S.D. Ceuta, Real Gijón, C.F., Real Valladolid Deportivo, C.D. Sabadell, F.C., y Xerez, C.F., eran los últimos escollos para alcanzar el sueño.
En la tercera jornada, la Real Sociedad viajaba a Valladolid. Aquel 14 de febrero de 1943, Chillida saltó al José Zorrilla con la ilusión de afianzar el objetivo. Al descanso perdían uno a cero, pero en la segunda parte reaccionaron y dieron la vuelta al marcador con tres goles. Fernando Sañudo, delantero del Valladolid, con el nueve a la espalda, no tenía su día; cabalgaba desorientado por el campo, con la pólvora mojada. En la grada se encomendaban para que cazase, al menos, un córner. Pero los centros sobrevolaban tibios el corazón del área y ‘el gato’ los despejaba a zarpazos. En uno de tantos, Chillida saltó con autoridad y Sañudo intentó rematar. Chocaron y cayeron al césped. El encontronazo le provocó una grave lesión en la rodilla, la peor, la tríada. La Real ganó 1-3 y encarriló su posterior ascenso, pero aquel partido cambió para siempre el destino de Eduardo Chillida.
Ficha del partido
Fue operado varias veces, incluso reapareció dos meses después de la lesión, el 19 de abril, en un amistoso que enfrentó a la Real Sociedad y al Real Madrid, pero nunca se recuperó. De hecho, fue en ese mismo partido, su último partido, cuando se resintió nuevamente de la rodilla al salir de la portería para hacerla más pequeña y evitar el tanto del empate.
Chillida jugó 14 partidos oficiales aquella temporada (11 de los 14 de Liga y 3 de la Promoción de Ascenso) en los que encajó 15 goles, con un promedio de 1,07 por partido. Muchos hablaron de Selección. Incluso lesionado, Real Madrid y Barcelona se interesaron por él, pero su padre se opuso a cualquier traspaso. “Sin exagerar, hubiera sido el Arconada de la época”, llegó a asegurar Benito Díaz.
De esta manera acabó todo. A modo de resumen, Eduardo Galeano escribió en El fútbol a sol y sombra:
“Eduardo Chillida era guardameta de la Real Sociedad, en la ciudad vasca de San Sebastián. Alto, enjuto, tenía una manera muy propia de atajar, y ya el F.C. Barcelona y el Real Madrid le habían echado el ojo. Decían los expertos que ese muchacho iba a heredar a Zamora.
Pero otros planes tenía el destino. En 1943, un delantero rival, que por algo se llamaba Sañudo, le rompió los meniscos y todo lo demás. Al cabo de cinco operaciones en la rodilla, Chillida dijo adiós al fútbol y no tuvo más remedio que hacerse escultor.
Así nació uno de los grandes artistas del siglo”.
Tras abandonar el fútbol, se trasladó a Madrid para estudiar arquitectura, pero poco después abandonó la carrera para dedicarse a tiempo completo a la escultura y el dibujo. Así es como ‘el gato’ emprendió el camino que le convertiría en poeta del hierro. Siempre, fiel seguidor de la Real Sociedad.
Chillida no era partidario de explicar el sentido de sus creaciones, sin embargo, insistía en sus declaraciones sobre la relación que había tenido su pasado como portero en su faceta de escultor. “Un periodista –recordaba–, estaba escandalizado porque yo hubiera sido portero de fútbol y escultor. No veía la relación entre una cosa y otra y yo le convencí de que estaba en un error”: “La portería, entre el marco y el área, es un espacio tridimensional, es un diedro, y ahí es donde está el portero y donde ocurren todos los fenómenos verdaderamente activos del fútbol. El portero tiene que desarrollar una serie de condiciones muy especiales de intuiciones espacio temporales, muy rápidas y muy inmediatas, relacionadas con estos dos misterios, el espacio y el tiempo, lo que me hace pensar, le dije yo, que las condiciones que hacen falta para ser un buen portero y un buen escultor son prácticamente las mismas”.
En otra ocasión utilizó argumentos similares para explicar cómo hacía para detener penaltis. “En vez de colocarme en el centro de la portería, como hasta el portero más heterodoxo hace, me situaba un poco hacia un lateral, para dejar menos hueco y así obligar al futbolista a disparar por el otro lado, el que yo había elegido para tirarme. No es poco intuir por dónde van a ir los tiros […] Cosas como estas tienen que ver con el espacio, el tiempo, la velocidad y la geometría”.
Reconocido como uno de los escultores más relevantes del siglo XX, Chillida fue siempre un realzale más. Arconada le recuerda en la celebración del primer título, el de 1981, cuando el equipo campeón volvía a casa entre vítores y aplausos: “Veníamos desde Vitoria, recorriendo diferentes localidades de Guipúzcoa y, en la entrada a Donostia, a la altura del túnel del Antiguo, vi a Eduardo y a Pilar entre la multitud, como dos realistas más, festejando el título. Pedí que parase el autobús y bajé a saludarle y compartir con él ese primer éxito de nuestro querido equipo”.
En el atardecer donostiarra, entre la luz naranja y morada que flota sobre el mar, resuenan las palabras que Petón escribió años después: “El Peine del Viento es el vuelo de una ciudad sobre la mar, la estirada definitiva de un portero, una tarde de Atocha para siempre, el último remate del Cantábrico, la puerta marina de San Sebastián”.
Yo soy portero
“No me martirizo con el error, ni me regodeo en el acierto. Yo soy portero, y vivo en esa fina línea que separa una cosa de la otra”, dice Álex Remiro, guardameta de la Real Sociedad.
Y por si hiciera falta alguna prueba más de su madurez, añade: “Antes sentía que el delantero jugaba conmigo; ahora soy yo el que juega con el delantero”.
En lo que llevamos de campeonato, con 0,96 goles encajados por partido, solo es superado en LaLiga Santander por Ter Stegen (Barcelona), Jan Oblak (Atlético de Madrid), Aitor Fernández (Osasuna) y Thibaut Courtois (Real Madrid).