
Ante el Valencia, la Real ha recuperado la senda del gol y lo ha hecho por partida triple. La historia, que a veces es caprichosa, nos cuenta que hace casi casi cien años, el equipo de la ciudad del Turia encajó otros tres, aunque en dos partidos.
Fue el domingo 12 de abril de 1925. El Valencia F. C. jugaba por primera vez en tierra vasca y lo hacía en el campo de Atotxa. Había terminado el Campeonato de Copa –todavía no se había creado la Liga– y con él la temporada 1924-25.
Era uno de los encuentros amistosos programados que, habitualmente, se concertaban a dos partidos. Solía haber una oportunidad para la revancha. El segundo se jugaría al día siguiente.
Con un tiempo pésimo a consecuencia del vendaval y de la lluvia, el juego desplegado por ambos equipos no respondió a las expectativas creadas. “Mal jugó la Real Sociedad y peor aún el Valencia F. C.” (El Pueblo Vasco, 14-04-1925). Un gol tempranero de Galatas hizo que se llegara al descanso con un 1-0 en el marcador.
“En todos los partidos que juega el equipo de la Real, hay unos minutos en los que cunde el desconcierto en las filas donostiarras. El domingo no podía prescindir el campeón de Guipúzcoa de esos momentos y los tuvo en los comienzos de la segunda mitad” (Beti-Alai, La Voz de Guipúzcoa, 14-04-1925). Pero el equipo se rehízo y, en uno de los últimos lances del partido, Artola hizo el segundo.
El arbitraje del Sr. Aldabaldetrecu estuvo a tono con el tiempo y el juego. Pitó dos penaltis, uno por cada bando. “El primero, a favor de la Real, injusto, Galdós lo lanzó delicadamente a las manos del portero Cano; el otro, favorable al Valencia, mereció el mismo gesto galante de los levantinos”, tirándolo Cubells, también flojo, a las manos de Eizaguirre (El Mundo Deportivo, 14-04-1925).
A pesar del mal juego exhibido, el equipo txuriurdin fue muy superior, derrotando al Valencia por dos a cero.

Al día siguiente, mejoró el tiempo y también el juego. La Real hizo seis cambios, dando entrada a Echart, Rosales, Urbina, Olaizola, Arrillaga y al joven portero Izaguirre, pero se mantuvo la mediocridad, llegándose al descanso con empate a cero. Al comienzo de la segunda parte, en una de las muchas ocasiones generadas durante el partido, Urbina envió el balón a las mallas de un fuerte tiro.
De nuevo, una mano –“creemos que involuntaria”– fue castigada por Steinborn con penalti, pero Galdós lo lanzó fuera “para dar gusto al coro de los solicitadores”. (J. Hutz-El Pueblo Vasco, 14-04-1925). El árbitro, también expulsó al centrocampista valenciano Marín por un “hachazo” a Galatas cuando éste se escapaba con el balón controlado. Poco después, pitó el final del partido con victoria de la Real Sociedad por un gol a cero, sumando tres en el cómputo global.
“El Valencia, aunque nos ha causado mejor impresión, nos ha parecido francamente flojo, y hoy deben dar gracias a su portero de que el “score” haya sido tan reducido”. (Ganchía en El País Vasco, 14-04-1925)
Los “ases” de Mestalla no brillaron. Llegaron con la vitola de equipo grande, pero no convencieron. Una actuación mediocre de los nuestros fue suficiente para ganar al campeón de Levante, evidenciando “una neta superioridad” (J. Hutz en El Pueblo Vasco, 14-04-1925). Si concluimos que el mejor fue Cano, el portero, ya decimos bastante. “Flojo” entonces el Valencia y flojo hoy.

Finalmente, leemos en La Constancia (14-04-1925) que “lo que más se hecha en falta es la máquina de hacer goales. Queremos decir que un equipo de la categoría de la Real Sociedad, que tiene una técnica definida para avanzar, adolece de no tenerla para rematar las jugadas con éxito. Es imperdonable que después de jugar un partido con el Valencia y convencerse de su superioridad, llegue el segundo match y se marque sólo un goal después de un dominio casi ininterrumpido”. No ha sido el caso esta vez, pero el análisis de aquel partido parece muy actual. Hasta hoy, claro.
Que este misterio gozoso haya llegado para quedarse.
La historia no se repite, pero al menos rima.