Del sueño a la pesadilla
Finalizada la temporada, se abre un tiempo de reflexión, de análisis, de altas y bajas, de planificación para el próximo curso. Los focos se trasladan del césped a los despachos y se habla de posibles fichajes, de contratos, de cláusulas… Una firma promete sueños, pero puede brindar auténticas pesadillas, porque los contratos los carga el diablo. Si no, que se lo pregunten a Iban Zubiaurre Urrutia (Mendaro, 22 de enero de 1983).
Zubiaurre jugó los campeonatos playeros con el Errealaren Lagunak; ingresó en la Real Sociedad, procedente del Elgóibar y, tras jugar en las categorías infantiles y juveniles desde los once años, debutó con el Sanse el 10 de marzo de 2001, en Anoeta, frente al Real Unión B. El mismo año se proclamó campeón de la Meridian Cup con la selección española sub17, en Italia; y en 2002 campeón de Europa con la sub19, en Oslo; y lo hizo junto a jugadores también prometedores como Iniesta, Fernando Torres, Reyes, Asier Riesgo o Moyá, entre otros.
Debutó con el primer equipo de la Real de Denoueix el 8 de octubre de 2003 en el Carlos Tartiere, en partido de Copa del Rey, con victoria sobre el Oviedo por 1-2; y de la mano de Amorrortu, en Primera División, el 28 de noviembre de 2004, ante el Deportivo de La Coruña, en Riazor, con un empate a dos. Lateral derecho de largo recorrido y con buena subida por la banda, era, a sus 21 años, uno de los más prometedores futbolistas vascos, razón por la cual el Athletic Club lo había incluido en su agenda y todo parecía sonreír a los bilbainos cuando desde el entorno del futbolista les llegaron noticias sobre su inminente libertad contractual.
En la Real Sociedad no tenían prisa. Veían en Zubiaurre el candidato a competir con el indiscutible López Rekarte en la banda derecha. Todavía le quedaba un año de contrato y ya se sentarían a hablar del futuro una vez que el equipo donostiarra tuviera nuevo presidente y su equipo de trabajo tomara posesión. El club navegaba en aguas turbulentas y el presidente, José Luis Astiazaran, había convocado elecciones para el 30 de junio de 2005, a las que anunció que no se presentaría.
Al día siguiente, el 1 de julio, estallaba la bomba. Zubiaurre era anunciado como nuevo jugador del Athletic y presentado en Ibaigane, la sede del club, pese a que su contrato con la entidad txuriurdin contemplaba una cláusula de renovación automática por otro año, ejecutable a conveniencia del club, que “la Real ya ha hecho efectiva”, como había informado Mundo Deportivo el 7 de junio:
“La semana pasada el club hizo efectiva la opción de renovación que tenía firmada, por lo que se asegura la continuidad del lateral la próxima temporada. El lateral de Mendaro terminaba contrato este próximo 30 de junio, pero la Real disponía de una opción automática para prorrogarle por una temporada más, algo que no ha dudado en hacer.”
Añade Mundo Deportivo, que se había especulado con un posible interés por parte del Athletic en hacerse con los servicios de Zubiaurre de cara a la próxima campaña:
“Fuentes cercanas al jugador reconocieron en su día a MD y siguen insistiendo, en que no hay nada de nada, ni por parte del club de Ibaigane ni por ningún otro.”
Pero al presidente bilbaino, Fernando Lamikiz, le había faltado tiempo para presentar a Zubiaurre como refuerzo para la inmediata campaña 2005/06, sin contar con otro aval que el de la palabra de quienes representaban al jugador. Ni un documento, correo electrónico o mensaje de telefonía móvil sustentaba la pretendida libertad del lateral derecho. El jugador es citado para presentarse en Zubieta junto al resto de sus compañeros el 4 de julio, siguiendo instrucciones del técnico Amorrortu. No aparece y el técnico le manda un mensaje: “Zubiaurre no es futbolista para la Real Sociedad. Si no hay un cierto nivel de compromiso, este jugador, ni ningún otro, merecen estar aquí.”
El recién elegido presidente de la Real, Miguel Fuentes, se encuentra con este papelón nada más llegar. En Anoeta están perplejos, parece que se repite la historia de Iturrino, Joseba Etxeberria, Alkiza e Imaz. Otro jugador donostiarra que ponía rumbo a Bilbao. Sin embargo, el club txuriurdin está dispuesto a presentar batalla. La Real Sociedad asegura que el jugador tiene contrato hasta el 30 de junio de 2006, ya que ha hecho valer, y así se lo comunicó al jugador, el derecho a prorrogar un año más su contrato, en el que se fija una cláusula de rescisión de 30 millones de euros.
“Es un sueño hecho realidad”, dijo Zubiaurre en la presentación como jugador del Athletic, club al que se unía para las siguientes seis temporadas, pero aquel 1 de julio de 2005, realmente empezó su calvario. Tal y como se esperaba, la Real Sociedad y el representante legal de Iban Zubiaurre no llegaron a un acuerdo en el acto de conciliación, celebrado el día 29. Se cruzaban dos demandas. La interpuesta por la Real contra Zubiaurre, por romper de forma unilateral el contrato que le unía un año más al club txuriurdin, por lo que le reclamaba el abono de la cláusula de rescisión, y contra el Athletic, como responsable subsidiario, al presentarlo oficialmente. Por otra parte, el jugador de Mendaro presentó otra demanda contra la Real por despido improcedente. Las partes no cedieron y todo apuntaba a que serían los tribunales los que resolvieran el caso.
“Zubiaurre no tiene contrato con el Athletic”, sostenía, sin embargo, Lamikiz y su junta directiva. “No tenemos que pagar ninguna cláusula de rescisión, puesto que nadie lo ha fichado”. “Aquello no fue una presentación oficial, sino un anuncio de intenciones. Puesto que ahora la Real Sociedad exige el pago íntegro de su cláusula, el jugador no interesa”. La Real se remitía a la fuerza de los hechos. Cuando se había dado carácter oficial a aquella comparecencia pública en la que intervinieron el presidente de la entidad, un responsable técnico como Txema Noriega, y el propio jugador, convocando, además, a los medios de comunicación, cualquier esfuerzo por negar la evidencia resultaba inútil.
El Juzgado de lo Social nº 4 de San Sebastián sentencia el 10 de agosto de 2005 que fue Iban Zubiaurre quien rescindió su contrato el día que se presentó en Ibaigane, y que, por lo tanto, no había despido improcedente, como demandaba el jugador. Sin ficha con ninguno de los dos equipos y entrenando en las instalaciones de la Cultural de Durango, para no perder forma, anunció su intención de no recurrir al Tribunal Supremo e intentar llegar a un acuerdo con la Real. Pero Fuentes y su junta directiva no cedieron. Había abandonado unilateralmente el club para ingresar en otro y debía abonar su cláusula, so pena de que el Athletic iniciara gestiones para su traspaso, algo a lo que desde Bilbao siguieron negándose en redondo.
La vía judicial, de nuevo, volvió a dar la razón a la Real Sociedad. La sentencia del Juzgado de lo Social nº 1 de San Sebastián pronunciada el 9 de marzo de 2006 considera hechos probados “que Iban Zubiaurre recibió en su domicilio una carta fechada el día 5 de mayo de 2005, por la que la Real le comunicaba que esta sociedad ejercía el derecho de prórroga para la temporada 2005/06”; “que mientras Iban Zubiaurre tenía contrato en vigor con la Real Sociedad, extinguió el contrato por voluntad propia”; “que el 1 de julio de 2005, estando presentes el presidente del Athletic Club, D. Fernando Lamikiz, el Coordinador de Lezama, D. José Antonio Noriega y D. Iban Zubiaurre, el primero manifestó que habían alcanzado un acuerdo verbal para jugar en este club durante 6 años, es decir hasta el año 2011”; y “que el Athletic Club, presentó a Iban Zubiaurre como nuevo jugador de ese club”; por lo que “condena a Iban Zubiaurre al pago de la cantidad de 5.000.000 de euros en concepto de indemnización por daños y perjuicios derivados de la extinción unilateral del contrato de trabajo, debiendo condenar con carácter subsidiario al Athletic Club al pago de la mencionada cantidad”, sentencia que sería confirmada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (17-10-2006) y el Tribunal Supremo (4-06-2008).
Por el camino, se había quedado el presidente Lamikiz, que dimitió el 27 de septiembre de 2006, cediendo su puesto a la vicepresidenta Ana Urquijo, quien, en comparecencia ante los medios, declaró la ruptura de relaciones con la Real Sociedad. Ante esta situación, los dos condenados firmaron un “laborioso y difícil acuerdo marco” que recogía las bases para el pago “a medias” de la indemnización debida, a cambio de rebajar la ficha del jugador respecto de la que se había pactado en su contrato inicial. Zubiaurre pues, cobraría alrededor de 300.000€ por año menos de lo inicialmente acordado, casi sin alcanzar los mínimos del convenio marco establecido entre clubes y el sindicato AFE, y ahora durante ocho temporadas, periodo anormalmente largo, pero imprescindible para completar la quita de 2.500.000€ aplicada al futbolista. Tras la firma, el 15 de noviembre de 2006, hace su segunda presentación con el Athletic.
“Sal y haz lo que sabes”, le dijo Mané en el minuto 58, cuando le dio entrada al partido para sustituir a Gabilondo en el Vicente Calderón. Zubiaurre no hizo lo que sabía, sino lo que pudo. Volvía a jugar después de casi veintiún meses en el dique seco. Aquellos 33 minutos que le dio Mané el 11 de febrero de 2007 frente al Atlético de Madrid, fueron su estreno con la camiseta rojiblanca y lo único que jugó su primera temporada en el Athletic. El segundo año no le fue mucho mejor. Dos partidos, uno de Liga, completo, contra el Getafe; y otro de Copa, en el que jugó el segundo tiempo frente al Hércules.
Viendo que su futuro profesional se había complicado sobremanera y amenazaba con irse al garete, el 1 de abril de 2008 envió un escrito a su agente, en el que, además de deshacer todo vínculo, manifestaba que se reservaba las acciones judiciales pertinentes, ante la situación de precariedad a que sus gestiones le habían abocado.
El jugador apenas contaba y el Athletic optó por darle salidas en forma de cesión. La primera al Elche en Segunda División (2008/09), equipo en el que vuelve a sentirse futbolista. Tanto, que regresa a Bilbao con la esperanza de que Joaquín Caparrós también confíe en él. Pero, en todo el año, solo le da 14 minutos en el partido de Europa League que el Athletic jugó contra el Austria de Viena en San Mamés el 17 de septiembre de 2009, sustituyendo a Andoni Iraola, el jugador al que iba a pelearle el puesto cuando firmó.
En la temporada 2010/11 vuelve a salir cedido, esta vez al Albacete, también en Segunda, jugando solo diez partidos. Relegado al banquillo, su cabeza le puede y la ansiedad se manifiesta en problemas estomacales; una colitis ulcerosa que le tiene más de un mes ingresado. Dolencia que se convirtió en enfermedad crónica. Para entonces, la directiva rojiblanca había tenido que ingresar otros 906.232 euros en las arcas de la Real, como intereses de demora. Una bocanada de oxígeno extra para la delicada salud económica txuriurdin.
Fuera del campo tampoco le iban bien las cosas. Su exrepresentante, Ángel Caballero, le demandó ante el Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Laredo, reclamándole 250.000 euros, cantidad correspondiente al 10% estipulado en el contrato que los uniese, sobre el monto bruto de fichas y salario mensual durante los ocho años firmados con el Athletic. A su vez, el asistente de Zubiaurre contraatacaba con otra demanda reconvencional, exigiendo al agente cuatro millones de euros en concepto de daños, por su negligencia y mala práctica.
Acabada la temporada, ya con el alta hospitalaria, vuelve al Athletic. Otro ejercicio, el correspondiente a la 2011/12, sin asomar por las alineaciones del argentino Marcelo Bielsa en las 38 jornadas ligueras. Para Iban Zubiaurre, la cuestión no se reducía ya a entrar en las convocatorias o permanecer en la grada, sino en recuperar la salud, toda vez que el estrés y algo semejante a una depresión, habían sido somatizados por su organismo en forma de erupciones cutáneas, ampollas y dolorosa urticaria.
Al menos, el 31 de marzo de 2011, el Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Laredo había desestimado la demanda interpuesta por su exagente, estimando parcialmente la suya al condenar a Ángel Caballero a indemnizarle con 329.000 euros más los intereses legales desde el momento de la interpelación judicial. Sentencia que fue recurrida por ambos.
Antes de que echara a rodar el balón la temporada 2012-13, desde el estamento técnico acordaron una nueva cesión del futbolista que no les encajaba. Esta vez bajando otro peldaño. En el verano de 2012, Iban Zubiaurre, de la mano de Gorka Etxeberria, llega a la Unión Deportiva Salamanca, que se jugaba su futuro en 2ª B. Una entidad asfixiada económicamente que puede incorporarle porque el Athletic asume el coste íntegro de su ficha. Con menor exigencia y abundante protagonismo –jugó 33 partidos–, pudo dejar sentada su negativa a sentirse “ex”. Pero en la ciudad del Tormes es testigo de primera mano de cómo el club se desmorona. Los impagos a los jugadores se suceden y la entidad es disuelta por resolución judicial al finalizar la temporada, el 18 de junio de 2013.
El último año del Salamanca es también su último año como jugador del Athletic. Aunque su vínculo con el club debiera finalizar en 2014, ambos optan por rescindir, de mutuo acuerdo, el contrato que les unía. Zubiaurre ya es libre para fichar y se decanta por el Racing de Santander que acababa de caer al pozo de la 2ª B. Pero no llega siquiera a debutar. Aunque realiza la pretemporada, una nueva dolencia, en este caso una pubalgia, hace que el equipo santanderino se lo piense a la hora de tramitar su ficha y, con un regate demoledor, rescinde el acuerdo que tenían firmado por dos temporadas.
Con 30 años, harto ya de estar harto, con una frustración arrastrada durante siete años para jugar 182 minutos en 4 partidos en el club de sus sueños, el de Mendaro decide colgar las botas en 2013.
Sin embargo, los litigios derivados de aquel no fichaje por el Athletic continúan, ahora a favor de Iban Zubiaurre. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Cantabria dicta sentencia el 6 de mayo de 2013 por la que condena a su exagente, Ángel Caballero, a abonar al jugador la cantidad de 2.500.000 euros, los que Zubiaurre tuvo que pagar a la Real Sociedad en concepto de indemnización por incumplimiento de contrato, cuantía a la que debían añadirse los 329.000 euros a que ya le había condenado el Juzgado de Primera Instancia y que la Audiencia ratifica.
Todo ello, dice la sentencia: “sin perjuicio de la calificación que pueda merecer la conducta de don Iban posterior al 1 de julio de ocultar la existencia del contrato suscrito con el Athletic de Bilbao, guiada sin duda por el afán de eludir sus responsabilidades frente a la Real Sociedad“.
Ambos llegaron a un acuerdo económico con el que Zubiaurre daba carpetazo definitivo a su carrera como futbolista profesional, convertida en una auténtica pesadilla. Regresó a Elche con su mujer donde rehízo su vida, tratando de olvidar, cada día, aquel fatídico 1 de julio de 2005.
Dicen que en los sueños se cumplen todos nuestros deseos y aspiraciones. Iban Zubiaurre cumplió el suyo, o el de su madre, de fichar por el Athletic, sin saber que ello pondría fin al de ser futbolista. Así que ojo con los contratos, que los carga el diablo.
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