Hablando de los orígenes del fútbol, Joseph Blatter, entonces presidente de la FIFA, llevó de Inglaterra a China la cuna de este deporte, reconociendo que ya se practicaba hace más de 2.300 años en Linzi, en la ciudad de Zibo, antigua capital del reino Qi. Pero, puestos a remontarnos, podríamos irnos hasta el origen de los tiempos.
En los últimos momentos de su vida, con Adán ya fallecido, Eva recordaba cómo fueron expulsados del paraíso, asegurando, con tristeza y un punto de emoción, que las razones de aquella expulsión no son las que, atravesando los siglos, se han propagado.
Así evocaba Eva el día en que las cosas se torcieron definitivamente. El Edén estaba bonito, rebosante de frutos y flores y peces de colores en las aguas. En la tarde de aquel día, que tal vez era lunes, vi que las manzanas del árbol central del Edén estaban con el semblante muy rojo; sólo con sacudir el árbol se desplomaban. Eso hice: sacudí el árbol y llovieron manzanas, muchas manzanas. No teníamos hambre como para comer tantas y nos pusimos a jugar con ellas. Cogí una y se la arrojé a Adán, que estaba bostezando a una cierta distancia. Él intentó devolvérmela con el pie derecho. No pudo, apenas la rozó con el tobillo. Le arrojé una segunda manzana y esta vez lo hizo peor, le pegó con la canilla. Me reí a carcajadas; esto despertó el amor propio de Adán. Me pidió otra oportunidad: voy a probar con la pierna del lado del corazón, me dijo. Allá va, le dije yo, y mi Adán, así como venía, la empalmó y salió por encima de un arco iris. La manzana llegó hasta la misma nube en la que don Dios estaba haciendo la siesta y le dio de pleno en un ojo.
Don Dios rugió de tal manera que descuajeringó nubes, trizó montañas y erizó mares; hizo de los aires vientos y de los vientos huracanes. Nosotros, Adán y yo, ante esto, no pedimos perdón, porque no había por qué.
–Adán –le dije–, rápido, marchémonos de aquí, vayámonos a la Tierra, busquemos un lugar donde podamos sufrir de vez en cuando y no seamos felices todo el tiempo. –¿Un lugar donde podamos ilusionarnos con que tenemos albedrío? –Sí, un lugar donde el miedo lo podamos sentir juntos. –¿Y habrá manzanas tan redondas en ese lugar, Eva? –Habrá, Adán, si regamos cada día el árbol que nos da el fruto.
Así fue, tal cual, lo que sucedió allá lejos. La manzana que entró en el ángulo superior derecho de un ojo de don Dios, fue la razón desencadenante de nuestro exilio por los siglos de los siglos. Qué sabía yo, que al proponer aquel juego al aburrido Adán, al incitarlo con esa manzana que empalmó con tan soberbia izquierda, iba en ese instante a nacer algo que ni Dios sabía entonces que iba a llamarse fútbol. Porque de fútbol somos, iba a valer la pena el exilio. Iba a valer la alegría. ¡Coño!, que no hubo pecado original, que no.
Así lo ha contado Rodolfo Braceli, periodista y poeta argentino, en Perfume de gol.
“¿Me lo han contado como asistencia esta vez? Porque la semana pasada me fumaron una…”. Preguntaba Kubo al micro de @l_Molina en DAZN. Y, a su manera, tenía razón el bueno de Take. Cuando los méritos deportivos no son reconocidos, se esfuman. Esto le ocurrió al San Sebastián Recreation Club, precedente de la Real Sociedad, en el Campeonato de España, conocido posteriormente como Copa del Rey, en 1905.
Después de 27 jornadas seguidas con pie y medio en la Champions –11 en tercera posición de la tabla, 16 en cuarta, y 33 de 38 en puestos europeos–, la Real Sociedad terminó la temporada asegurando el medio que le faltaba. Solo el regreso a los lugares de privilegio del Atlético de Madrid le hizo bajar un escalón.
Una década llevaba la afición sin escuchar en Anoeta la música de Händel, que identifica inequívocamente a la máxima competición europea de fútbol. Y allá vamos, con los dos pies en el suelo, como siempre, y con dos objetivos: competir dignamente y llegar lo más lejos posible.
Si deportivamente, supone una oportunidad de seguir creciendo a la altura de los mejores, la Champions es, además, un premio muy suculento, más para un club modesto como la Real Sociedad.
Como se puede ver en la tabla, los premios se multiplican por más de cuatro. Esta temporada, en su mejor Europa League, por llegar a octavos como primero de grupo tras lograr cinco victorias y un empate, la Real ha recaudado 9,29 M/€, exclusivamente por el rendimiento deportivo. En Champions, solo por clasificarse para la fase de grupos ya ha conseguido 15,64 M/€. ¡Sin empezar a jugar!
Si repitiera la misma trayectoria de este año, el ingreso en Champions sería de 40,17 M/€, multiplicando, efectivamente, por más de cuatro lo conseguido en la Europa League; se quedaría en 16,57 M/€ si fuera la de hace diez años, en la que quedó eliminada en la fase de grupos, con solo un empate frente al Manchester United; y alcanzaría los 33,63 M/€ si fuera la de hace veinte, cuando también llegó a octavos, con dos victorias y tres empates.
Además de los ingresos correspondientes al rendimiento deportivo, hay otras dos variables, más difíciles de calcular, que completan la recaudación de cada participación en competiciones europeas. Son lo que se suele incluir en el “más de”. La UEFA destina a cada capítulo un importe global que hay que repartir entre los 32 participantes en cada una de ellas.
Una es la llamada cuota de coeficiente, que se obtiene en base a un ranking establecido por la UEFA a partir del rendimiento deportivo de los clubes en un periodo de diez años. El importe total establecido, que esta temporada ha sido de 600,6 M/€, se divide en cuotas que se reparten según el puesto que otorga a cada club su coeficiente. El que tiene el más alto multiplica la cuota por 32 y el último, por 1. En el puesto 13 de los 32 participantes en esta Europa League, la Real Sociedad ha recibido 2,64 M/€ por este concepto.
La otra variable está relacionada con el market pool, para el que la UEFA ha destinado 300,3 M/€. Esta cantidad se distribuye proporcionalmente según el valor del mercado televisivo de cada país para la Champions, representado por los clubes que participan, de la fase de grupos en adelante. El importe que recibe cada club depende de varios factores: el valor de mercado de los clubes, los ingresos de televisión que obtiene UEFA de cada liga, el número de participantes de cada liga… Es tan complejo su cálculo, que hasta el mes de mayo de año siguiente no se suele dar a conocer.
Finalmente, para hacer las cuentas bien hechas, hay que hacer memoria y recordar el fichaje de Sadiq el pasado verano, porque hemos empezado restando. Una de las variables por objetivos deportivos y de participación del jugador, incluidas en el contrato, establecía que “el Almería recibirá un millón de euros si la Real Sociedad se clasifica para la Champions League y además Umar Sadiq juega 25 partidos de titular. Será de medio millón de euros si se clasifica para la Champions, pero Sadiq no es titular, al menos, en 25 partidos”. Como el ‘látigo de Kaduna’ sólo disputó tres por su grave lesión, el Almería ya tiene 500.000 euros en el saco.
Entre las que consideramos surrealistas y disparatadas, que provocaron la hilaridad de quienes asistían a la rueda de prensa que dio Jokin Aperribay, el club comprometía otros tres cuartos de millón si la Real “alcanza las semifinales de la Champions League”. Por lo que, si los sueños se hacen carne, 750.000 euros más se irán para Almería.
Por cierto, la Real jugará esta temporada la quinta Champions de su historia. Sólo cinco clubes de esta liga lo han hecho más veces: Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Valencia y Sevilla.
Resultado de la comparativa de la clasificación liguera de ambos equipos, puntos conseguidos y temporadas en puestos de competición europea, en los últimos 5, 10 y 20 últimos años, incluida la recién finalizada 2022-23.
Los clubes de LaLiga alcanzan su mayor valor de la historia. Así se desprende de la tercera edición del informe LaLiga Stock Market, elaborado por 2Playbook y 4-Football.
El estudio es el único del mercado que, además del rendimiento económico, incluye otro centenar de parámetros en torno a las dimensiones deportivas, comunidad online y física, transformación digital e impacto social, y que, por lo tanto, no mide sólo el actual estado de cada equipo, sino que se anticipa el potencial de revalorización de cada uno de ellos, en función de cuestiones como la cantera, la diversificación polideportiva, el tamaño de su mercado local y su posicionamiento como marca en las redes sociales.
Uno de los indicadores más importantes de este informe es el aumento del valor medio de los clubes. Excluidos Real Madrid, Barça y Atlético de Madrid, los únicos milmillonarios, el precio de mercado promedio en Primera ya asciende a 174,5 millones de euros, frente a los 158,1 de 2021.
La mejora de valor es generalizada, sin embargo, hay algunas excepciones notables. El valor del Valencia, C.F. retrocede un 34%, hasta 280 millones de euros, después de dos años en los que su intermitente presencia en competiciones europeas y su actividad en materia de fichajes aumentaba su cotización. Algo similar sucede con el Athletic Club, que retrocede un 40%, hasta los 265 millones de euros, por esa ausencia en torneos UEFA, el consumo del grueso de reservas acumuladas antes de la pandemia y un escaso nivel de internacionalización de la marca. El Getafe, C.F., también se deja un 20% y se sitúa en 77,4 millones de euros.
La Real sigue encaramada en la ola de mejora y ha incrementado su valor un 12%, hasta los 277 millones de euros, en una línea de crecimiento constante que se traduce en 45 millones, un 20%, en relación a su valor en 2020-21.
Después de los abrazos habituales, la celebración de los goles de la Real se ha convertido en un ritual. La ceremonia comienza colocándonos de espaldas al campo, con los brazos sobre los hombros de los compañeros de fatigas, y, dando pequeños saltos, cantamos: Lo lo lo lo, lo lo lo, lo lo looo; lo lo lo lo, lo lo lo, lo looo… así hasta que termina la estrofa. La segunda, con la misma letra y música, ya se canta mirando al campo.
Dicen que la melodía de este cántico está inspirada en la canción Moliendo café, compuesta en 1958 por el músico venezolano José Manzo Perroni e interpretada por su sobrino Hugo Blanco Manzo. Pero, a decir verdad, la nuestra debe ser una versión libre, porque se le parece bien poco.
Lo cierto es que ha causado sensación y son varios los amigos y conocidos que me han preguntado por la celebración de los goles en Anoeta. Es el ‘Dale Cavese’, les digo. ¿El ‘Dale Cavese’? Sí, sí. Y se les encoge el oído.
Este cántico tiene su pequeña historia. Para conocer su origen tenemos que viajar hasta Cava de’ Tirreni, una pequeña ciudad del sur de Italia, perteneciente a la región de la Campania, muy cerca de Salerno. Allí juega el Cavese 1919, un modesto equipo que milita en la Serie D, la cuarta división italiana.
El año de su ascenso a la Serie C1 (2005-2006), en el centro de la defensa biancoblú se erigió un jugador que conectaba el campo con la grada. Una simpatía que terminó siendo una relación de amor con el joven Catello Mari, que dedicaba los goles a la Curva Sud del Stadio Simonetta Lamberti. Goles que ayudaron al ascenso de categoría en una temporada de ensueño, con el defensa como claro protagonista del éxito.
El 15 de abril de 2006, tras ganar al Sassuolo 2-1, el Cavese lograba el ascenso. Todos prolongaron la fiesta aquella noche. Todos menos Catello Mari, que prefirió marcharse a casa después de semejante gesta, por lo cansado que había terminado el partido. Pero Catello nunca llegó a casa. Un accidente de tráfico segó su vida y su prometedora carrera y las calles de Cava de’ Tirreni cambiaron el biancoblú por el negro.
La ciudad entera permaneció de luto varios días y despidió a su ídolo como merecía. Con el afán de recordarle en cada partido, los tiffosi más animosos de la Cavese decidieron renombrar la Curva Sud como Curva Catello Mari y adaptar la canción de Hugo Blanco, Moliendo café, gran éxito de los sesenta, en memoria del leone.
Al cántico le pusieron el nombre de ‘Dale Cavese’ y gracias a un vídeo, que se hizo viral, de su afición saltando todos juntos, la Unione Sportiva Dilettantistica Cavese 1919 se dio a conocer en el mundo entero, logrando que muchas aficiones, como la nuestra, fueran moliendo café al ritmo de la batuta de Catello Mari.
Un buen día, tras la remodelación del estadio, llegó el ‘Dale Cavese’ al Reale Arena. Una parte de la Grada Aitor Zabaleta se puso a saltar de espaldas al campo después de que la Real hiciera un gol. Poco a poco, el ritual se fue extendiendo por los aledaños y ya ha sido adoptado por todos los aficionados. Quizá, lo que hace la celebración más vistosa y original es iniciar el cántico de espaldas al campo, pero no cabe duda que su origen está en Cava de’ Tirreni.
Amaños del Madrid que costaron una liga a la Real Sociedad
Con el caso Negreira al pil pil, salpicando a los árbitros, quién se acuerda de los amaños de partidos entre directivos y jugadores.
Ocurrió en Sevilla, en la jornada 33, penúltima del campeonato de Liga de 1979-80. La Real se presentaba invicta en el Sánchez-Pizjuán, con 32 encuentros sin conocer la derrota (18 victorias y 14 empates) –38 contando desde el final de la campaña anterior–. Líder, con 50 puntos, uno más que el Real Madrid, al que además ganaba el goal average (4-0 en Atotxa y 2-2 en Madrid). Un empate en el campo del Sevilla, que no se jugaba nada deportivamente, le bastaba al equipo para depender de sí mismo en el último encuentro que debía disputar en Atotxa contra el Atlético de Madrid.
Una sola jornada separaría al equipo donostiarra de hacer historia: poder terminar la temporada sin perder un solo partido y, sobre todo, conseguir el título de Liga, algo impensable para un equipo modesto y formado exclusivamente por jugadores de casa. Un título de Liga que, efectivamente, sería el primero de su historia.
Durante la semana se habló mucho de primas a terceros. Como recuerda Alfredo Relaño, ya dos meses antes, el Betis había empatado en Atotxa y Benítez, jugador verdiblanco, confirmó en sede federativa que tenían prima del Madrid. “Llegó a decirse que fueron Pirri y su esposa, Sonia Bruno, quienes entregaron el dinero, hecho que nunca se confirmó.”
A nadie le pasó desapercibido que el entrenador del Sevilla era Miguel Muñoz, hombre con muchos años en el Madrid, y tanto el presidente blanco, De Carlos, como el entrenador, Vujadin Boskov, habían comentado durante la semana que no veían mal los estímulos a terceros. Lo que ambos tuvieron que rectificar. Toda la prensa y, en particular, el programa de radio de José María García, se ocupó intensamente del asunto.
El aficionado sevillista estaba harto de ver a su club manoseado en los medios por un pleito que le era ajeno. A las seis de la tarde, cuando empezó el partido, el campo estaba prácticamente lleno y la afición, entre expectante y enfadada. La Real fue recibida con una gran ovación. Su aventura de David contra Goliat le otorgaba muchas más simpatías que al Madrid. El partido empezó con un clamor: “¡García, atiende, el Sevilla no se vende!”
A la Real le faltaban Górriz y López Ufarte, uno de sus jugadores clave, hospitalizado por un cólico nefrítico. Al Sevilla, el portero, Paco, al que sustituyó el debutante Valero, y Scotta, el artillero argentino. Arbitró el madrileño Soriano Aladrén.
El Sevilla salió volcado desde el principio y su insistencia obtuvo premio con un gol en el minuto 30: lanzamiento de Montero a Juan Carlos, centro de éste y llegada de Bertoni, cuyo remate a bocajarro rechaza Arconada; pero él mismo recoge el rechace y marca. Al descanso, el Madrid pierde en Las Palmas 1-0.
Nada cambia en la continuación: el Sevilla aprieta y la Real espera. Llega la noticia del empate del Madrid. La Real se mueve y en el 65’ empata también: pase largo de Gajate al área, donde Satrústegui baja de cabeza a Zamora, que fusila. El linier levanta el banderín porque interpreta que cuando Zamora remata, Satrústegui está en fuera de juego posicional. Para Relaño, que asistió al partido y escribió la crónica del mismo, “no influía en la atención de Valero. Lo mismo estimó Soriano Aladrén y señaló el centro del campo. Pero los sevillistas se agarraron al banderazo y la protesta fue masiva y descomunal. Soriano expulsó a Blanco y Juan Carlos. Tan airadamente expresaron su enfado, que recibieron dos tarjetas amarillas cada uno. Años después, Blanco, técnico de cantera en el Sevilla, bromea:
– Estábamos muy motivados. – ¿Motivados o con prima del Madrid? – Je, je… Motivados.
El partido sigue, con empate a uno, y ahora con nueve contra once. Cuando termina la bronca, se sabe que el Madrid ya gana 1-2 en Las Palmas, lo que empujó a la Real a cuidar un empate que le valía. Eso, más las expulsiones, le crearon súbitamente una atmósfera muy contraria. El mismo público que le había recibido con una gran ovación, se volcó con su equipo tras las expulsiones; abucheaba ahora sus despejes, se indignaba con las cesiones a Arconada, se enardecía con las entradas duras de los suyos, aplaudía sus llegadas, que levantaban a la gente de sus asientos.
En el minuto 83’, un enésimo pase atrás, éste de Gaztelu, lo adivina Bertoni que quiebra a Kortabarria y clava un tirazo raso junto al palo. Es el 2-1. La Real ya no pudo reaccionar y así acabó su racha de 38 partidos invicta, y así se esfumó la Liga.
Ficha del partido
Desde Argentina, Bertoni recuerda con simpatía aquello. “Lo sentí por ellos, eran un equipazo. Pero siempre te excita ganar al líder, y más si está invicto. Sé que aún me recuerdan… “. No admite que recibiese prima, pero sí “un regalo del Madrid” que no precisa.
EL PAÍS, el 21 de junio de 1980, lo concreta con el siguiente titular: Los jugadores del Sevilla cobraron 4.500.000 pesetas por ganar a la Real Sociedad. El Comité de Competición, ocho días después de que se hubiera disputado el encuentro, citó a declarar, en la Federación española, a los jugadores sevillistas Bertoni y Blanco, éste como capitán. Bertoni ya conocía las condiciones y características de la prima prometida, así como quién le entregaría el dinero. Pero el jugador argentino silenció ante el Comité de Competición los detalles para el esclarecimiento del asunto y se limitó a contar únicamente los comentarios que en esas fechas aparecieron en los medios informativos.
Poco después, el Comité de Competición de la Federación Española sancionó al Real Madrid con 2.600.000 pesetas por primar a terceros, después de comprobar que los jugadores del Betis, mediada la segunda vuelta de la Liga, recibieron 75.000 pesetas cada uno por empatar en Atotxa el 16 de marzo, en la jornada 25. Benítez y Bizcocho lo reconocieron ante el Comité. El dinero fue entregado al capitán bético Benítez, que también fue sancionado por aceptar el dinero, entregado en el aeropuerto de Barajas por un señor de edad y una joven señora, que se aseguró eran el padre y la esposa de un ex jugador madridista.
Como sostiene EL PAÍS, el 6 de enero de 1983, “el Real Madrid, al recurrir a primar a terceros para ganar la Liga, protagonizó uno de los affaires más vergonzosos de su historia”. Sin embargo, “el Comité de Competición no sancionó la prima recibida por los jugadores del Sevilla por falta de pruebas, que posteriormente se descubrieron”.
Bastantes años más tarde, el 7 de diciembre de 2002, el sevillista Bertoni confirmaba en una entrevista concedida al periodista de Marca Daniel Pinilla, lo que hasta aquel momento había sido un secreto a voces: los jugadores del Sevilla habían jugado aquel partido dopados económicamente. El “regalo del Madrid”, consistió, efectivamente, en 4.500.000 pesetas, repartidas por Bertoni, antes de marcharse a Italia, a razón de 300.000 pesetas para cada uno de los quince jugadores convocados, los once titulares y los cuatro suplentes. Luego cada premiado apartó 10.000 pesetas para el masajista y el utillero, que salieron a 75.000 pesetas por cabeza. El entrenador del Sevilla, Miguel Muñoz, se negó a aceptar una sola peseta de aquel dinero.
Francisco Pérez, Yiyi, su compañero en el ataque bético, aquel fatídico 11 de mayo de 1980, confirmó a ABC, en una entrevista en 2007, que Bertoni tenía la prima del Madrid; y que la guardada en su frigorífico:
– “Me acuerdo el día que fuimos a buscar el dinero. Íbamos en el coche Montero, Valerita… Sólo subí yo. – ¿Adónde? – A casa de Bertoni. El dinero lo tenía él, estaba todo preparadito, en papel de platina, en fajitos. ¿Sabe dónde lo había guardado? ¡En el frigorífico! Yo se lo dije, “pero Daniel, hombre, ¿cómo has podido meter el dinero ahí?”. Me dijo que en ese lugar no miraba nadie. El dinero estaba fresquito, pero nos lo llevamos calentito.
En la última jornada, el Real Madrid ganó 3-1 al Athletic Club, y la Real hizo lo propio, con un 2-0 ante el Atlético de Madrid en Atotxa; victoria que no servía para impedir que la Liga se vistiera de blanco por un punto de diferencia.
Así, así ganó el Madrid, aquella Liga.
El año siguiente, Bertoni fichó por la Fiorentina. Cuando la Real ganó su primera Liga, recibió un mensaje: “Me llamaron los periodistas de Sevilla para decirme que la Real había salido campeón y que varios jugadores dijeron que me dedicaban el título a mí, a Daniel Bertoni.” El que guardaba la pasta en la nevera.
Con 16 años, José Ramón Esnaola Larburu (Andoain, 30-06-1946), ya formaba parte de la selección juvenil de Gipuzkoa y del equipo de su localidad natal, la S.D. Euskalduna.
En 1965, con 19, ficha por la Real Sociedad, como suplente de Adolfo Arriaga. Esnaola jugó 17 partidos esa temporada, a las órdenes del entrenador Galarraga. La siguiente la pasa en blanco por estar cumpliendo el servicio militar en los cuarteles de Loyola.
Cuando se reincorpora, en la temporada 1967-68, Jesús Mari Zubiarrain es el meta titular, hasta que una lesión le aparta del equipo. Fue el 31 de diciembre de 1967, frente al Elche, cuando Esnaola le sustituye para convertirse en una de las revelaciones de la temporada. El equipo donostiarra vence ese día con facilidad por 5 a 0. Su brillante actuación fue refrendada una semana después en Barcelona, donde consiguió dejar su portería a cero con una actuación que Marca calificó de sobresaliente, arrancando la Real un valioso punto del Camp Nou.
Unos meses después, en marzo, cae lesionado en un partido contra su futuro equipo, el Betis. Un choque con Jesús Irízar le produjo una fractura del maléolo tibial y la temporada se acabó para él. Durante su convalecencia el Atlético de Madrid se interesó por su fichaje y llegó a firmar con los colchoneros, pero finalmente desecharon su contratación por no superar el reconocimiento médico y en su lugar ficharon a Zubiarrain.
Esnaola quedó ya como dueño absoluto de la portería realista durante las siguientes cinco temporadas, en las que lo jugó prácticamente todo y se convirtió en uno de los guardametas mejor valorados del fútbol español. Era un portero ágil, intuitivo, que compensaba su déficit de altura con un potentísimo tren inferior y que desbordaba tranquilidad y serenidad bajo los palos. Su flema británica era tal, que sus compañeros de equipo le apodaron “el inglés”.
Todavía tenía 26 años, pero la cantera venía pegando fuerte y el club contaba con varios jóvenes porteros de gran proyección a los que Esnaola iba a bloquear en su progresión. En el verano de 1973, la Real le propuso su traspaso al Betis, entonces en Segunda División. Bajar de categoría le creó un mar de dudas, pero finalmente aceptó. La marcha fue su último acto de servicio al club:
“Estaba de vacaciones cuando se produjo el traspaso. La Real es el mejor club del mundo. Llevo ocho temporadas en la Real, el Betis está en Segunda, si no quería, no me iba, pero era una oportunidad para mí de mejorar las condiciones económicas y fue un mutuo acuerdo entre ambos clubes. Mi conciencia está tranquila, porque en los ocho años que he estado en la Real, he dado todo lo que llevaba dentro.”
Efectivamente, Esnaola mejoraba sus condiciones económicas, y la Real ingresaba doce millones de pesetas, que en aquel tiempo era mucho dinero. Pero, como se pretendía, con la marcha de “el inglés” también resultaron beneficiados Artola, Urruti y Arconada. El club se mostró tan agradecido que el presidente, José Luis Orbegozo, le impuso la Insignia de Oro y Brillantes, a pesar de no haber jugado diez temporadas en el club.
Tras disputar 207 partidos oficiales con la Real Sociedad, Esnaola iniciaba una nueva etapa en el Real Betis Balompié.
*****
En 1977, el Athletic y el Betis llegaron a la final de Copa, que volvió a llamarse Copa del Rey, después de tantos años siendo la Copa del Generalísimo. Fue una final de las épicas, que se resolvió en una infinita tanda de penaltis, con un duelo legendario, como los de los viejos pistoleros, entre Esnaola e Iribar, sobre el césped del Vicente Calderón. Sucedió la noche del sábado 25 de junio de 1977, cuando España bullía en los albores de la Transición.
El Athletic era el favorito. José Ángel Iribar capitaneaba un equipo que había sido tercero en la Liga y finalista de la Copa de la UEFA, que se le escapó por muy poco ante la fabulosa Juventus de aquellos años. Por su parte, el Betis había acabado quinto el campeonato de Liga, aunque a solo dos puntos del Athletic.
Los vizcainos siempre fueron un paso por delante de los béticos, pero la perseverancia verdiblanca hizo que nunca se quedaran atrás. En el minuto 14’ se adelantó el Athletic. Txetxu Rojo lanza un córner, Dani remata, Esnaola rechaza y Carlos remacha: 1-0. En el 45’, Cardeñosa lanza al palo un golpe franco contra el Athletic, hacia donde ha volado Iribar, el rebote lo recoge López y marca a puerta vacía: 1-1. El forcejeo de la segunda parte, termina sin goles. Hay prórroga. En el 97’, Benítez cede un balón atrás sin advertir que Dani andaba por allí, y el astuto extremo bilbaino lo recoge y marca con facilidad: 2-1. En el 116’, a cuatro minutos del final, se produce una falta junto al área del Athletic; lanza Cardeñosa y López, en el segundo palo, cabecea a gol: 2-2. Hay que ir a la tanda de penaltis. Un cúmulo de emociones fuertes, taquicardias y rasgos de grandeza espera a jugadores y aficionados.
Empieza tirando el Betis y van marcando alternativamente García Soriano-Guisasola, Del Pozo-Churruca, López-Escalza y Biosca-Irureta. 4-4. Queda el quinto lanzamiento, para el que los entrenadores han reservado a los mejores especialistas de ambos equipos desde los once metros: Cardeñosa y Dani. El bético engaña a Iribar, pero el toque de su sedosa zurda se marcha fuera. El Betis está perdido. Dani, especialista no solo del Athletic sino también de la Selección, tiene la final en su bota. Pero Esnaola lo tenía claro: “A lo largo de la semana pensé que Dani cambiaría su forma de rematar, porque nos conocíamos bien. Él solía hacer la parandinha y después lanzaba a la izquierda. Yo le aguanté al máximo, y él, efectivamente, cambió el tiro: lanzó a la derecha, y lo paré”. Esnaola había salvado ese primer ‘match ball’.
Hay que seguir. Ahora, con lanzamientos alternos hasta que un equipo coja ventaja, la muerte súbita. Se adelanta Sabaté… y gol. Tira Amorrortu… y gol. 5-5. Corresponde el turno a Alabanda, y para Iribar. El Betis está otra vez con la soga al cuello. Si marca el Athletic, todo habrá acabado. El turno es para Angel María Villar, tira… ¡y para Esnaola! ¡Otra vez jolgorio en el lado bético! En el siguiente llega la sorpresa; el lanzador bético es su guardameta. A Esnaola nunca le gustó tirar penaltis, pero entre los jugadores que quedaban sin tirar había gente muy tocada en lo físico o sin confianza. ¡Esnaola frente a Iribar! Los dos guipuzcoanos frente a frente. El Txopo era el ídolo de Esnaola; le tenía un respeto reverencial. Y el bético había sido suplente del mito del Athletic seis años antes, en la que fue su única convocatoria con la selección, en Cagliari ante Italia.
A pesar de todo, aquella noche, en el Calderón, Esnaola tiró de concentración. Con una naturalidad más propia de un avezado experto en penaltis, golpea con el interior de su pie derecho al palo izquierdo de Iribar, que se tira hacia el otro lado… ¡y gol! La foto que abre esta entrada capta a los dos porteros cruzando un apretón de manos tras el disparo. “Lo siento”, dijo en ese momento Esnaola, mirando a los ojos al Txopo. Un gesto de respeto eterno. Luego, se queda bajo los palos, dispuesto a hacer prevalecer la ventaja que ha dado a su equipo, pero Alexanco marca, restableciendo el empate. 6-6.
Esnaola recuerda que Iribar “no paraba de hablar con sus compañeros tras cada penalti”. Iribar recuerda que “trataba de animarles y darles confianza. Y también advertirles de que tras tantos lanzamientos el punto de penalti estaba en mal estado, se levantaba, tenía pequeños baches. Quería que aseguraran la colocación del balón sobre el césped”.
Hay que seguir. Eulate pone toda la presión sobre el Athletic transformando la decimoséptima pena máxima. Fue entonces cuando Esnaola creyó tocar el cielo al estirarse y desviar hacia su izquierda el zurdazo de Txetxu Rojo. ¡El Betis campeón! El delirio invade a los jugadores béticos celebrando el título… pero el árbitro García Carrión ha anulado el penalti, porque aprecia que el portero se ha movido justo antes del disparo y ordena la repetición del lanzamiento.
Las protestas y discusiones con el árbitro disparan la tensión sobre el césped y en la zona de banquillos hay jugadores rotos por el esfuerzo y la tensión. Sólo los dos técnicos, Rafa Iriondo, leyenda del Athletic, y Koldo Aguirre, aparentan mantener un mínimo de calma. La nueva descarga de adrenalina finaliza con el gol de Rojo en la repetición de la pena máxima. 7-7.
Así que hay que seguir. Son ya diecinueve penaltis, contando los dos de Rojo, y la tanda sigue igualada. Con los nervios desbocados ya casi nadie se atreve a tirar. Se ofrece Bizcocho, un fogoso lateral que nunca había ejecutado un penalti, y bate a Iribar, que roza la pelota con los guantes. Al capitán y leyenda del Athletic tampoco le gustaba tirar penaltis. “Creo que había tirado uno en mi vida”, recuerda Iribar. Pero asumió la responsabilidad. El Txopo recoge así el guante que le había lanzado Esnaola un rato antes, un rato que parecía ya una eternidad. Ahora, ¡Iribar frente a Esnaola! Tira con parandinha, a media altura y a la izquierda de Esnaola, que no cae en el engaño y desvía la pelota para ganar el título y ser de inmediato engullido por una marea verdiblanca que invade la portería. 8-7.
Han pasado las doce de la noche; ya es domingo. Tres horas y veinte minutos después del pitido inicial, el Betis es campeón de Copa por primera vez en su historia.
Después de parar tres penaltis, más un cuarto invalidado por el árbitro, Esnaola puso el broche de oro a su actuación marcando el definitivo a Iribar, para pasar a la historia. El sencillo guardameta andoaindarra, ya sevillano para siempre, tras ocho años en la Real, completó otros doce en el Betis, donde luego se quedó en el cuadro técnico veintiocho más.
Al aterrizar el equipo en Sevilla, miles de béticos invadieron la pista del aeropuerto. “Cuando logré bajar del avión –recuerda Esnaola–, el autobús que debía llevarnos a la terminal ya se había marchado. Tuve que ir entre los aficionados, que me subieron a hombros. Ese fue mi baño de masas”. Pero ni siquiera en aquel momento de inmensa alegría, saliendo del aeropuerto como un torero, dejó de tener una cierta sensación de tristeza por su ídolo derrotado. La memoria de José Ángel Iribar guarda aquel 25 de junio como “un día muy duro. Uno de los más difíciles que he vivido en mi carrera” y a José Ramón Esnaola, como “un gran amigo”… “pese a aquellos penaltis”.
El foot-ball iba calando en tierra vasca como el xirimiri. En marzo de 1905, el Athletic y The Union seguían organizando partidos amistosos con objeto de preparar la disputa de la Copa de ese mismo año, que se había de jugar en Madrid del 16 al 20 del mes siguiente.
Así pues, el día 25, en el expreso de Donosti llegaban a Bilbao, a las tres y media de la tarde, “los distinguidos jóvenes donostiarras” que componían el team del San Sebastián Recreation Club. Varios socios del Athletic y algunos jugadores esperaron a los donostiarras y, después de los saludos y presentaciones, se dirigieron al Hotel Catalina, donde se iban a hospedar los jóvenes sportmen.
La expectación que el partido había despertado era tal que ese mismo día El Noticiero Bilbaino informaba de que dada “la grandísima animación entre los aficionados para asistir al partido San Sebastián-Bilbao […], la empresa del ferrocarril de Bilbao á las Arenas ha acordado que circulen, además del servicio ordinario, dos trenes especiales”. En todos los cafés y paseos no se hablaba de otra cosa. Lo que hizo que, a pesar de lo inseguro del tiempo, el campo de Lamiako estuviera concurridísimo a primera hora de la tarde de aquel 26 de marzo de 1905.
Esta es la crónica del partido, el primer derbi jugado entre bilbainos y donostiarras, tal y como la vivieron, por parte bilbaína, “un delantero”, para El Nervión, y Joaquín de Laffytte, para El Pueblo Vasco, por parte donostiarra.
Así empieza la suya El Nervión: “Reñidísimo resultó el partido jugado ayer en Lamiaco entre los primeros “elevens” del Recreation Club de San Sebastián y el Athletic Club de Bilbao”.
“A las cuatro y cuarto en punto, en presencia de más de 3.000 personas, el inteligente aficionado señor Mutiozabal, que actúa de referee, da á los jugadores la orden de formar”.
“Corresponde la salida á San Sebastián que, con una preciosa combinación, consigue acercarse al gol contrario, siendo rechazados por los defensas. Desde el primer momento pudo apreciarse que los jugadores de San Sebastián se combinaban muy bien, y que el partido había de resultar competidísimo”.
“La lucha durante los primeros diez minutos fue muy movida, y ninguno de los dos bandos parecía estar dispuesto á dejarse dominar. Larrea está á punto de hacer un gol, pero Arsuaga, que se distingue, consigue lanzar la pelota al campo contrario. Sigue la lucha cada vez más interesante, distinguiéndose sobremanera el “medio” Forster [por parte donostiarra], que juega primores y nos recuerda al famoso “rojo” del Burdigala”.
“Los delanteros derechos de San Sebastián se pasan con acierto y consiguen dominar por algún tiempo, pero [“Luisito”] Silva, que está jugando muy bien, detiene el arranque de los donostiarras. Davies hace “driblins” preciosísimos que entusiasman al público y, pasada la pelota, Sota tira un bonito centro sin resultado. Forster, que está en todas partes, anima á sus jugadores con arrancadas de verdadero mérito, que detienen Silva y García, muy bien colocados. Los delanteros bilbainos empiezan á combinarse y, en una de sus arrancadas, Larrea tira la pelota por lo bajo, que vale el primer gol á los bilbainos”.
“Colocada la pelota en el centro, sale San Sebastián, que lejos de desanimarse parece dispuesto á la revancha. Cockran juega muy bien y entrega la pelota a Davies, que “dribla” admirablemente, rematando con un gran “shut” que salva con la cabeza el medio centro Forster, que está oportunísimo. Los de Bilbao dominan en este tiempo y atacan con grandes bríos al gol, armándose en dos ocasiones grandes barullos en la puerta de los de San Sebastián, distinguiéndose Arsuaga en la defensa”.
“El partido sigue reñidísimo y cuando falta poco para terminar el primer tiempo, [Mario] Arana, está á punto de meter con la cabeza el segundo gol que rechaza Calisalvo; [Alejandro] Sota, tira un gran “shut” que pega en el palo del gol y, á los pocos momentos, el referee ordena el descanso”.
“Los comentarios que se hicieron durante este tiempo por los aficionados, fueron animadísimos y todos coincidían en afirmar que el “team” de San Sebastián era muy completo y siendo las fuerzas tan iguales, la segunda parte tenía que resultar competidísima”.
“Formados de nuevo los jugadores, sale Bilbao y á los cinco minutos, en una salida que hace el golkeeper bilbaino, consiguen los de San Sebastián meter el primer gol. Empatados los bandos á un gol, el entusiasmo del público sube de punto y el arranque de los jugadores aumenta por momentos”.
“Larrea, que ha cambiado el puesto en el 2º tiempo, pasando á exterior derecha, lanza un “shut” colosal que rechaza Calisalvo, que está acertadísimo, consiguiendo librarse de las caricias de Dyer, que pretende cargar al golkeeper. Los bilbaínos dominan el partido, pero Arsuaga y Forster se encargan de rechazar sus ataques. Larrea está jugando en el segundo tiempo de un modo colosal, pero los delanteros centros de Bilbao no saben aprovechar sus pasadas. Se anima San Sebastián y consigue atacar en varias ocasiones al gol contrario. Cockran está admirable, jugando lo mismo con la cabeza que con los pies. Larrea, que dribla de un modo magistral, vuelve á acercarse al gol, lanzando un centro que vale cualquier cosa y que rechazan las defensas donostiarras”.
“El partido resulta muy competido y los jugadores están incansables. En una pifia de uno de los defensas bilbainos, uno de los delanteros donostiarras coge la pelota, el referee silva y Acha, dándose por enterado del aviso del referee, deja pasar á la pelota, que lanza el delantero que estaba á “obscit” (en órsay), por lo que el “gol” no es válido”.
“Los bilbainos dominan por completo en la última parte del partido, que es la más animada. Larrea sigue jugando muy bien y corre admirablemente la pelota por toda la línea, terminando con centros que, de haber estado oportunos los delanteros centros del Athletic, hubieran sido “gol” en más de una ocasión”.
“Termina el tiempo, pero como debido á algunos accidentes sin importancia, ocurridos en el curso del partido, se perdieron algunos minutos, el referee, cumpliendo lo que ordena el reglamento del juego, dispone que continúe la lucha, que da por terminada á los pocos momentos”.
Ficha del partido
Al atardecer, en Donosti, multitud de conocidos “sportmen” visitan la redacción de El Pueblo Vasco pidiendo noticias sobre el resultado, que el periódico hace público en la siguiente nota: “A las siete recibimos el siguiente telefonema de nuestro corresponsal sportivo que expresamente marchó á Bilbao con objeto de informarnos: “Resultado del “match” empate á un “goald”. Entusiasmo indescriptible. Magistralmente Forster, Aurrecoechea, Arsuaga, Calisalvo, Minondo y Solana. Banquete ofrecido por el Club Bilbao. 3.000 personas asistieron al “match”. Llegaremos mañana”.
Las conclusiones a las que llegaron ambos periódicos no tienen desperdicio.
Para El Nervión, “el partido de ayer resultó muy superior y es, sin disputa, el mejor que se ha jugado en los campos de Lamiaco, con Sociedades de fuera de Bilbao”.
“Entre los donostiarras, hay jugadores de primera, sobresaliendo Forster, que es el mejor “medio centro” que se ha visto en Lamiaco. Los jugadores bilbainos deben convencerse de que tienen que ensayar mucho, y de que no hay tiempo que perder, pues el campeonato se viene encima”.
“En suma, que el público salió satisfechísimo del partido, y que los donostiarras están en condiciones de poder competir con cualquier Club de España, ya que ayer supieron colocar su pabellón á la altura del de los campeones”.
Para el Pueblo Vasco, “el héroe del día fue el inglés Forster, que jugó admirablemente, siendo ovacionado á cada momento. Todo el mundo reconocía que era el mejor jugador del campo. Le secundó Arsuaga, nuestro simpático “back”, que llamó la atención por su juego limpio y elegante. Entre los dos sostuvieron toda la jugada ayudados por los demás jugadores, que hicieron más de lo que esperábamos. Aurrecoechea, Minondo, Sena y Solana jugaron muy bien; éste último fue el que hizo el “goald”. Calisalvo defendió el “goald” con mucho valor y sangre fría, por lo que fue frecuentemente ovacionado”.
“Del equipo de Bilbao, aunque ya conocido del público por haber luchado con los principales equipos extranjeros y por ostentar el título de campeón de España, haremos especial mención de Larrea, que fue el que más jugó. Admirablemente Cockran, Sota y Acha”.
Aunque, al final, no hubo vencedores, ni vencidos, como dice La Voz de Guipúzcoa, lo cierto es que el empate supo a gloria, a triunfo. El Pueblo Vasco lo pone de manifiesto exclamando: “¡Un triple hurra en honor de nuestros paisanos, cuyo triunfo ha sido colosal! El “Atletic” de Bilbao es la Sociedad de “foot-ball” más vigorosa y mejor constituida de España. Creada hace años, forman parte de ella jugadores verdaderamente temibles… Aún se recuerda entre los aficionados al sport la brillante lucha que sostuvo con los clubs de Barcelona y Madrid para ganar el campeonato de España… Sin embargo, al comenzar su vida, nuestro Club lucha con el coloso Atletic y quedan empatados á un goald… [lo que] supone una lucha terrible y encarnizada. Se conoce que la habilidad y astucia de ambos bandos riñeron largo rato disputándose la victoria que, si bien quedó indecisa, puede atribuírsela el Club donostiarra por las condiciones en que luchaba”.
“Esto mismo han debido reconocerlo sus nobles adversarios, quienes en prueba de admiración y cariñoso homenaje les obsequiaron anoche con un banquete”.
Finaliza su crónica con las copas al aire. “Después del match tuvo lugar el espléndido banquete con que los socios del Athletic obsequiaron á los del S.S.R.C.; reinó la alegría natural de estos casos… [y] al destaparse el champagne se brindó por la prosperidad de ambos Clubs”.
La vuelta no fue menos triunfante: “En todos los pueblos intermedios, numeroso gentío acudía á la estación á ovacionar á los excursionistas, disparándose cohetes y chupinazos”. Al final del viaje, numeroso público acudió también a la estación, “siendo la mayor parte socios del San Sebastián Recreation Club, que aclamaron a los jugadores con gran entusiasmo”, pensando ya en la revancha a jugar en el campo de Ondarreta.
“No me martirizo con el error, ni me regodeo en el acierto. Yo soy portero, y vivo en esa fina línea que separa una cosa de la otra”, dice Álex Remiro, guardameta de la Real Sociedad.
Y por si hiciera falta alguna prueba más de su madurez, añade: “Antes sentía que el delantero jugaba conmigo; ahora soy yo el que juega con el delantero”.
En lo que llevamos de campeonato, con 0,96 goles encajados por partido, solo es superado en LaLiga Santander por Ter Stegen (Barcelona), Jan Oblak (Atlético de Madrid), Aitor Fernández (Osasuna) y Thibaut Courtois (Real Madrid).