Así termina el comunicado oficial del club que informa sobre la decisión de Imanol de no continuar dirigiendo al equipo la próxima temporada y así comienza esta entrada.
Cuando Imanol Alguacil Barrenetxea (Orio, 4 de julio de 1971) empezó a correr la banda en el Orioko Fútbol Taldea, ni en sus mejores sueños asomaba la posibilidad de llegar a jugar en la Real Sociedad.
Cuando colgó las botas en 2003 y empezó a entrenar al cadete del Orioko, lo hizo “sin ningún afán de nada más que de enseñar y transmitir lo que sabía a los chavales del pueblo”.
Cuando se hizo cargo del equipo tras cubrir las salidas de Eusebio Sacristán y Asier Garitano, ni en nuestros mejores sueños pudimos imaginar que llevaría a la Real Sociedad hasta donde ha llegado.
¡Anda!, ¡pero si es el “emérito”! ¡En Atotxa!, ¡y con txapela! ¿Cómo así?, porque ni siquiera la prensa de la época se hace eco de su presencia en la grada.
Para los txuriurdinak, Atotxa y Mujika son nombres que evocan, por sí solos, pasión. Pasión por el fútbol, por unos colores, por un equipo, la Real Sociedad. Atotxako futbol zelaia fue el campo en el que desde 1913 hasta 1993, los donostiarras vivieron ochenta años de alegrías y tristezas; Mujika Taldea, con permiso de Bultzada Txuriurdina, la peña con mayor solera de la historia de la Real.
Sin embargo, no es habitual preguntarse por el origen de esos nombres que tanto nos dicen. Qué hay detrás de ellos. Yo lo he hecho y hoy comparto el resultado.
Tiempo de lectura: 4minutos1928. Trino, Arrillaga, Cholín, Luis Pradera (Presidente), Martín Marculeta, Kiriki, Izaguirre, Paco Bienzobas, Ignacio Otaño (Directivo). Agachados: Amadeo, Mariscal, Yurrita y Txomin Zaldúa.
El Barcelona había ganado a la Real Sociedad 4 a 1 en el campo de Les Corts, de la ciudad condal, y así titulaba la crónica del partido El Mundo Deportivo, dos días después, el 14 de febrero de 1929. Hace casi cien años, ¡un siglo!: “Un gran equipo… sin alma”.
De un tiempo a esta parte, este gran equipo nos está dando una de cal (Valencia, Girona, Sevilla, Barcelona, Ajax o Betis) y otra de arena (Rayo, Alavés, Niza, Anderlecht, Osasuna o Celta); y, cuando toca la de arena, el alma vuelve a aparecer en los titulares de los medios: “La Real gana un partido sin alma en Belgrado” (El País), ¡sin alma!, incluso ganando, o “Una Real sin alma cae en San Mamés” (Cadena SER).
Con motivo de la celebración del gol 100 de Mikel Oyarzabal, la Real Sociedad ha publicado el Top 10 de los goleadores de la historia del club.
Como todos sabemos, lo encabeza Jesús Mari Satrústegui; pero, podemos y debemos discrepar de los datos que ofrece: 162 goles, en los 374 partidos que registra su base de datos.
Porque Satrus jugó uno más, 375, en los que superó el registro oficial por dos goles, marcando 164.
Habrá quien diga: qué más da, dos más, que dos menos. Mikel Oyarzabal sabe lo que le ha costado llegar a los 100 y lo difícil que es meter uno. Como para que ahora le digan que todavía le faltan dos.
El centrocampista antxotarra Amadeo Labarta fue ejemplo de lealtad y dedicación a la Real Sociedad. Lo que ahora se ha dado en llamar un one club man. En 1952, con 257 partidos a sus espaldas, en diez temporadas, siendo tres veces internacional y, otras tres, campeón de Gipuzkoa, el club le dio cobijo en Atotxa, como cuidador, jardinero y conserje. Amadeo vivía con su familia en un pequeño piso encima de las taquillas del campo.
Con motivo del partido del Centenario de la Real Sociedad, que el equipo iba a disputar contra el Real Madrid en Anoeta, Iñaki Izquierdo entrevistó en El Diario Vasco (15-08-2009) al mítico Alfredo Di Stéfano, entonces presidente de honor del equipo blanco y Tambor de Oro donostiarra.
Al pedirle si recordaba alguna anécdota de sus enfrentamientos con la Real, la saeta rubia le respondió rápidamente, después de pensarlo un segundo: “La Real Sociedad… era un equipo bronco, difícil. Jugábamos en el otro campo, en Atotxa. Lo que más recuerdo, el más importante en su táctica, era el mayordomo, el hombre que cuidaba el campo. ¿Cómo se llamaba? ¡El tuerto! (se refería a Amadeo Labarta, que había perdido un ojo en la Guerra Civil). Era el mejor, ¡cómo regaba el campo! Inundaba el césped en las partes que pensaba que más nos podía perjudicar a nosotros, en el centro, por las bandas, para que nosotros nos quedásemos varados”.
Es sorprendente el juego que puede dar la historia, en este caso de la Real Sociedad. Hoy os propongo un paseo por Donosti, recorriendo las nueve sedes desde las que el club ha dirigido el rumbo txuriurdin.
Como no hay mejor manera de empezar que por el principio, vamos a remontarnos hasta comienzos del siglo pasado, iniciando el recorrido en la esquina de la Avenida de la Libertad con el Paseo de los Fueros.
Como he escrito en otro momento, la Real Sociedad nació, oficialmente, con un pan debajo del brazo: el título de Copa conseguido por el Ciclista Foot-Ball Club el 8 de abril de 1909, hace ya 115 años, que le permitió ser uno de los diez clubes fundadores de La Liga veinte años después, el 10 de febrero de 1929.
“Sería conveniente –nos dicen– que tanto aficionados como club –al igual que con el título de Copa de 1909– hiciéramos nuestro este escudo, incorporándolo a nuestro relato y a la historia de la Real.”
De todos es conocida la pereza, incluso el desdén, que caracteriza a la Real Sociedad por estos asuntos, que se inscribe en una tendencia más general, poco dada a escribir y conocer su historia.
Así que, no pudiendo esperar nada del club, seamos los realzales quienes tiremos del carro. Yo, desde luego, lo incorporo a mi relato con 21.316 puntadas, que son historia viva de la Real Sociedad.